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No asistía a un acto protagonizado por Camps desde hacía años. Eso te otorga una cierta perspectiva. Ha pasado más de una década desde que era presidente de la Generalitat y todo ha variado mucho, relativamente. Uno de los principales cambios es que la mayoría ... de políticos no evitan las preguntas cuando se hacen en tiempo y forma. Alberto Fabra fue el último al que hubo que perseguir un poco. Me pasó a mi en Les Corts un día, que le tuve que cortar el paso porque el entonces presidente de la Generalitat siempre tenía una prisa terrible. Y atendió a las preguntas. Ximo Puig contestaba, o al menos permitía las preguntas y el acceso a su persona. Tampoco se esconde Mazón, igual que su vicepresidente Barrera atiende al que se le acerca, como en su día hizo Mónica Oltra hasta que dimitió. Está bien que los más altos dirigentes de la Generalitat admitan ser preguntados una y otra vez, durante cerca de media hora, en el caso de Camps el pasado miércoles. Otra cosa es que respondan a lo que se les pregunta, pero no pidamos peras al olmo. Sin ir más lejos, el propio Camps se volvió muy escurridizo durante años y se escabullía ante el tropel de la canallesca. Ahora ya no. El expresidente, incluso, presumió el miércoles de que él sí iba a responder preguntas, no como Sánchez cuando comparece ante nadie para decir lo que considera sin que se le pueda preguntar. El presidente del Gobierno no lo hace siempre, pero sí habitualmente, eso de ahorrarse que le pregunten. Como Yolanda Díaz cuando vino a Valencia. Mala señal.
Es importante dejarse preguntar, y dejarse ver. Aparentar proximidad. Entre grabar a la semana más vídeos para las redes sociales que Epi y Blas durante toda una temporada de Barrio Sésamo, y encadenar ponencias y foros solemnes sin bajarse de la moqueta y de ese formato, hay mucho espacio intermedio. Si Diana Morant quiere ser presidenta de la Generalitat, más pronto que tarde debe dejar de ejercer de ministra, y es complicado, porque su liderato del PSPV se debe a que es ministra de Sánchez. A los ministros les pasa como a los futbolistas y las estrellas de la música, que alrededor de ellos se organiza un séquito encargado de protegerles y recordarles lo maravillosos que son, ministros, futbolistas y estrellas de la canción. Eso no hay cabeza humana que lo resista. Camps, durante un tiempo, parecía una cariátide, algo que ahora le pasa a Morant. Los hay como Puig, muy accesible, sí, pero que a partir de 2021 ya nadie logró que asumiese poder estar equivocado en alguna ocasión. Viajar, cambiar de trabajo y escuchar las preguntas que te hacen dudar son antídotos contra la mala costumbre de pensar que tienes razón en todo.
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