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Conoce a listillos? Aquí el que suscribe siempre lo ha sido. A los 20 creía que lo sabía todo, y de poco sirvió constatar ... que no era cierto. A los 30 y a los 40 seguí conservando ese defecto. ¿Y a los 50? Pues también, oiga, qué le vamos a hacer. Rebajado, muy rebajado respecto a los 20, pero ahí está. Sin ir más lejos, no pensaba yo que vería una pareja de políticos tan descompasados en todo como Ximo Puig y Pedro Sánchez. No era muy importante cuando ambos eran nadie, hasta julio de 2014, que Sánchez se convirtió en secretario general del PSOE cuando Puig ya lo era del PSPV. O sea, en ese momento, dos aspirantes a presidir. Uno del otro no hablaban porque nada tenían en común. Luego Puig se convirtió en presidente de la Generalitat con los mismos méritos que todos los líderes de partidos sistémicos: pocos. Si el PSPV hubiera presentado una escoba en 2015, también hubiera sido presidente. En el caso de la escoba, presidenta. Algo parecido le pasó a Mazón en 2023. Luego hablaremos de Mazón. El caso es que Sánchez y Puig eran agua y aceite. Ya como jefe del Consell, la relación de Puig con Sánchez era entre mala y peor. Desplantes varios. Tanto ellos como sus equipos tenían opiniones pésimas de sus compañeros de partido. Me consta. Sin embargo, a partir de 2018, Sánchez y Puig tuvieron que llevarse. Con quien tiene buen rollo Puig es con Zapatero. Paradójicamente, ahora Sánchez está rodeado de varios de los que fueron del círculo más cercano a Puig, quién te ha visto y quién te ve, fulanito y menganita. Así es la vida. Una pareja, Puig y Sánchez, que no son (pareja), pero están. Más bien, estaban. De esos, todos sabemos muchos ejemplos, matrimonios y relaciones de gente que no, que ni se entienden, ni se escuchan y ahí están, pero no son. Creía que no vería a un par de presidentes de partido, el valenciano y el nacional, más desparejados que aquellos. Pero la vida, a mis 50, me vuelve a poner en mi sitio, por listillo.
Feijóo y Mazón están juntos en los sitios pero no forman pareja. Ahí falta complicidad por todos los lados. En Génova le echaron la culpa a Mazón de perder las generales y la izquierda compró el argumento por pura conveniencia. A nadie le gusta perder y buscar excusas es un clásico. Ahora va y resulta que el pacto entre PP y Vox en la Comunitat fue una sorpresa para alguien, y cuando lo vieron corrieron a votar a Sánchez. Ridículo. Mazón iba a ganar, eso se sabía, lo que no se sabía era cómo. Populares muy bien conectados me decían que si no era presidente, en Génova no le guardaban copa de Navidad. Pero fue presidente, y Feijóo no. El dirigente gallego no tenía otra que mantener el buen tono con el alicantino, y lo mismo por la otra parte. Pero ajustados y compenetrados, no demasiado. Cierto es que Feijóo había presidido una comunidad y ahí había cierta capacidad de empatía. Pero ha llegado la dana y no hay manera de ensamblar los discursos. Que si noqueado, que si una comida de la que nada se sabía, que si la Emergencia debía ser de nivel 3 porque con esto no puede, que si en el Palau sospechan que alguien le susurra a Feijóo cosas feas, que si vengo a visitar pueblos pero mejor solo que con el jefe del Consell, que si tengo que coger un AVE y no contesto preguntas de la prensa... en términos bailongos, uno da pasos de swing y el otro de chachachá. Y claro, se pisan. Hay parejas cuyo mayor acierto fue separarse, y no se dan cuenta hasta que lo hacen y entonces se piensa en el ex, o en la ex, y en el gran favor que te hizo. El problema, para Feijóo y Mazón, es que el show continúa y ellos deben seguir bailando.
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