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Salió la consellera Pradas a explicar su anteproyecto de ley para el litoral y ya se le vio que tenía el cuerpo de jota. Es ... decir, de jarana. A la exsenadora no le pilló de sorpresa la pregunta de si la futura norma del Consell puede acabar en una negociación con el Gobierno central en una de esas comisiones que se montan cuando las competencias entre las administraciones no están claras y pueden acabar en un recurso de inconstitucionalidad. Nada nuevo bajo el sol.
La consellera Merino, por su parte, también hace camino para acabar reclamando por la vía judicial aquello que considera que el Gobierno central le afana. La titular de Hacienda ya ha avisado de que el dinero de IVA que no recibe la Comunitat lo han metido en el presupuesto del año que viene porque, primero, se lo van a reclamar al Gobierno y porque, segundo, si el Ejecutivo central no se lo da lo van a recurrir judicialmente. Nada nuevo bajo el sol, tampoco.
El Botánico confeccionó un buen número de leyes que el Gobierno central le recurrió por una cosa u otra. Esto era especialmente jugoso en términos políticos cuando el Consell estaba en manos de la izquierda y la Moncloa la ocupaba Rajoy. Se legislaba a sabiendas de que los altos funcionarios del Estado arrugarían el morro, por decisión propia o inducidos por sus jefes políticos.
El asunto de la recaudación, tal y como avisó Merino, ya ha acabado en los tribunales en alguna otra ocasiones.
Así pues, el terreno empieza a prepararse a la vista de que vamos a contar con un Gobierno poco amigo del Consell. Está muy extendida la idea de que PP y PSOE son lo mismito, porque además es un mantra que le interesa fomentar a sus socios más extremados. Sin embargo, las cuitas entre populares y socialistas en temas de litoral se arrastran desde hace tiempo y ahora veremos nuevos capítulos. Mandanga de la buena.
No es intrínsecamente malo tensionar una relación. Hay gente que funciona bien con la bronca. La paz entre los pueblos puede ser aburridísima. Será por eso que Badenas, socio preferente de Catalá en el gobierno municipal del Ayuntamiento de Valencia, dice que «ser nazi no es delito». Nada como una buena Segunda Guerra Mundial. O miren a Puigdemont, Carles, que la lió parda y gorda porque quería independizarse, pero no de sus padres. Hay que mirárselo, porque al exalcalde de Girona le ha salido bien poniéndose en plan bruto. Ahora ya no será ni prófugo. Puede acabar como Otegi, que ya es un hombre de paz, y eso que Marlaska lo metió en la cárcel, pero claro, es que ahora ya Marlaska se ha escorado malamente... Así no hay quien se aclare.
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