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Nos definen más nuestros actos que nuestras palabras. Los discursos pueden ser más o menos elaborados, bonitos, intensos, densos, llenos de efemérides y citas de autores yugoslavos o repletos de bromas chusqueras, pero al final, lo que sustanciará la acción de un Gobierno será lo ... que haga. Y para hacer es necesario contar. Contantes y sonantes, me refiero. Que hayan numeritos en las cuentas, en los presupuestos. Me parece muy bien las tardes televisivas y mañanas catódicas debatiendo que si el adelanto electoral en Cataluña, que si las europeas, que si la amnistía, que si Ayuso o que si Koldo. Al final hay un armatoste moral y ético que debería servir para vigilar y llevar a cabo la gobernanza. Y todos estos problemas erosionan esa estructura, lo que a la larga nos deja desnudos y desorientados. No obstante, junto a lo importante está lo urgente. Estos temas supuestamente importantes se van disfrazando a conveniencia del Gobierno y la oposición, lo que invita a la duda de que no sean más que una moneda de cambio o un modo de hacer ruido. La urgencia, sin embargo, depende de los números de cada día, de las partidas presupuestarias que están en manos de los gobiernos.
El Botánico se hartó de inflar pecho por aprobar sus presupuestos «en tiempo y forma» a pesar de que el Consell en coalición era poco más o menos que el baile de Torrent. El Gobierno de Mazón también se ha mostrado muy ufano por contar con unas cuentas para el presente año. De todo esto no podrá presumir el Ejecutivo de Sánchez, que en a la que ha visto que en Cataluña han adelantado los comicios ha tirado la toalla y ha decidido que no, que no habrá presupuesto. Ojo, que este Gobierno ya echó a andar en noviembre, Sánchez sabía que iba a negociar desde julio y se mantuvo todos esos meses en funciones. Sin embargo, había que vivir al día, así que lo de este año, pues ya sería este año. O el que viene, porque los Presupuestos Generales del Estado para 2024 se han dado por imposibles. El propio Sánchez, en 2018, aseguró que «un Gobierno sin presupuestos no puede hacer nada» y pedía al PP que dejasen «a los españoles ir a las urnas» cuando Rajoy los prorrogaba. La aprobación de unas cuentas llegan siempre con frases de sus autores del estilo que, tener elaboradas y aprobados unos presupuestos es «clave para construir un mundo mejor». Tener que recurrir a las partidas diseñadas un año antes es como tener que comer pan duro. Y eso es lo que haremos con los numeritos prorrogados, invariables, con aspecto un punto rancio, mientras las palabritas irán mutando, para que todos los discursos se renueven pero no cambie nada.
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