Morant también gestiona (mal)

Morant compareció el miércoles en el Congreso. Tiene un buen quilombo en su ministerio. Pasó inadvertido hasta que apareció en televisión el problema de acoso en los barcos del CSIC, y solo a muy última hora los populares han abierto la boca frente a la situación del CNIO, el centro nacional de investigación contra el cáncer que debería ser una referencia científica y se convirtió durante meses en el escenario de un culebrón. Y la ministra silbando. Acaba de intentar enterrar el problema que tiene en el CNIO, y mientras está en ello se registra ahora un nuevo incendio, esta vez en el CINC.

¿Y el PP? Bien, gracias. Ante Morant, cuando acudió al Congreso, se plantó un diputado de Salamanca, Pablo Pérez. Sorprende que en el Congreso no reciba una atención mayor por parte de los diputados populares valencianos. Tampoco es muy normal que la réplica desde la Comunitat se la dé una alto cargo del Consell en vez de algún diputado del PP en Les Corts. Si para los populares Morant no era nadie (y eso que era ministra) antes del 29 de octubre, viendo el modo en que se ha cuestionado la gestión de Mazón, y que ella es la líder de esa oposición que critica al Consell del PP, sería hasta cierto punto lógico que los populares se interesasen por la gestión de Morant, que tampoco es que sea brillante, precisamente. En realidad, a todos nos iría mejor, porque la labor de fiscalización al Consell de Mazón obliga a los populares a no descuidarse, o al menos debería obligarles un poco. Y lo mismo sucede con la gestión de la ministra, la única valenciana en el Gobierno de Sánchez. Quizá eso merecería que los populares le prestasen atención a ella, aunque parece que bastante tienen con intentar sobrevivir.

A la Antártida, y con razón. La ministra ha emprendido un viaje a la Antártida donde se reunirá con científicos que trabajan en la XXXVIII Campaña de Investigación Antártica Española. Normal. Desgraciadamente para la líder del PSPV, en su ministerio no tienen mucho que hacer en Australia, que aún está más lejos. El mundo helado de los simpáticos pingüinos está a 14.930 kilómetros de Valencia, y poco más o menos de Madrid, que son dos sitios donde ahora mismo le crecen los bielsas y los CNIO a la ministra. Sidney, la mayor ciudad australiana, está a 17.406 kilómetros, y a lo mejor se puede encontrar algún tema que tratar allí por parte de nuestra valenciana más polar. Deberían estudiar en su equipo la posibilidad de embarcarla en un viaje a Marte, que eso sí cuadra con sus competencias ministeriales. Marte está a 225 millones de kilómetros. Por aquello de las órbitas y tal, la distancia entre los dos planetas puede reducirse en 55 millones de kilómetros. No está mal. La ministra podría estar cerca de un año de viaje. Así se ahorraría la fiscalización de su gestión, si es que alguna vez el PP valenciano se animase a ello, y también estos enojosos procesos internos del PSPV, y vendría para preparar la campaña de 2027, si es que Bernabé no aprovecha la ocasión.