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Hay que reconocer que si algo echo de menos del Consell del Botánico son los seminaris. El fin de semana de convivencia. Es cierto que en la última legislatura decayeron un montón, pero que se arrejuntasen durante un par de días los consellers y altos ... cargos nacidos cada uno de su padre y de su madre era una circunstancia inspiradora. Imaginar esas tensiones, esas afinidades secretas con supuestos rivales, la interpretación de un breve saludo, de un roce de más o de un zarpazo de menos... pasaban las semanas y algo te llegaba, poco, en comparación con lo que debía pasar, aunque la imaginación a veces es más calenturienta que la futil realidad.
Ahora, con el PP y Vox, no hay seminaris. Con el juego que darían los momentos de confidencias e intimidad entre Elisa Núñez y Susana Camarero, que aún no parece que casen bien en materia de violencia de género, y un ratito cara a cara, qué catártico sería. O definitivo. Habría que oír las conversaciones entre Barrera, Rovira y Mazón, relajados, porque cuando se juntan se les ve salseados. A Gómez tampoco habría que perderle de vista. Ojalá un vídeo en las redes sociales de Nuria Montes con Ruth Merino y Salomé Pradas, hablando y tal. Y mientras todo esto pasa, Aguirre mirando al cielo como hombre de campo que es, cavilando sobre si eso del cambio climático es real o sólo un invento de las élites globalistas nos invaden.
Curiosa la querencia de la izquierda por aparentar ir todos a una censurando sus diferencias, y el gusto de la derecha por desmarcarse entre ellos obviando sus similitudes. Son muchas las cosas que nos estamos perdiendo a causa de la resistencia del Consell a reeditar esos periodos de convivencia donde se repasaba lo bueno y lo malo del Botánico y luego se ofrecían unos objetivos que, misteriosamente, se cumplían masivamente. Quizá si hubieran incluido entre los trabajos a realizar el de ganar las elecciones ahora no estaría Puig cediendo la silla en el PSPV mientras en Compromís no saben ni dónde está la silla ni quién quiere sentarse, quedarse de pie o salir corriendo.
Y eso sólo pensando en el primer escalón. También sería interesante observar cómo maridarían secretarios autonómicos y directores generales de pelaje tan diverso como los que integran el actual Consell. En Hacienda, sin ir más lejos, hay alguna que podría rememorar, a la luz de una hoguera nocturna (si fuera en verano, a la fresca, y ahora tendrían que celebrarlo en alguna localidad de interior en la que aún haga frío), cómo eran los seminaris del anterior Gobierno, porque ella participaba con entusiasmo. Y todo eso, antes de que alguien cogiese la guitarra y cantase.
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