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Hace ya tiempo que nado. No soy un delfín, pero una hora sí que puedo estar haciendo largos, así que estoy contento. Nado a veces muy pronto, y en ocasiones coincido con un importante grupo de hombres y mujeres que entrenan en la piscina de ... La Pobla de Vallbona. Son de la UME. Confieso que, como son muchos y aunque se apiñan en las calles que tienen asignadas, al principio torcía mi morrito insolidario porque me fastidiaba que ocupasen tanto espacio y los nadadores ociosos como yo estuviéramos menos holgados que de costumbre. Problemas del primer mundo, porque no es un drama compartir calle. Simplemente es más incómodo. Estamos acostumbrados a reclamar las máximas comodidades y ya cualquier inconveniente nos irrita. A medida que he ido viendo a los hombres y mujeres que se entrenan allí, mi inicial suspicacia se ha transformado en respeto, primero, y luego una admiración que estos días se reconfirma. Ahí están los de la UME haciéndose piscinas, nadando con intensidad, mientras yo voy con mis brazadas de tipo que, obviamente, no se la juega como los hombres y mujeres que allí vienen a entrenarse, y a entrenarse en serio. Al final, pocas cosas se deben admirar más que el trabajo bien hecho, y eso tiene que ver con el talento, obviamente, pero también con el esfuerzo. Y por esfuerzo, ya les aseguro, que no es. Ves a esas unidades poniendo un empeño en su entrenamiento que al principio te sorprende. Les ves arrastrando muñecos flotantes y buceando la piscina de punta a punta. Entrenan para jugarse la vida cuando sea necesario, para intentar rescatar a personas que sufren dramas como el que ahora vivimos en Valencia.
Es obvio que sí, lo hacen porque es su deber, pero nadie les pone una pistola en la cabeza. En el empeño que ponen cuando les ves entrenar se trasluce la vocación. El jueves por la noche, varios camiones de la UME buscaban un camino entre huertas para llegar a la zona de Picanya y Torrent. Antes de llegar pasaron por Xirivella, detenidos en los pasos de cebra para que cruzase gente disfrazada de Halloween. La vida es así, las personas somos así. Todos tendemos a mirar hacia otro lado, a molestarnos cuando alguien nos hace incómodo nuestro ratito en la piscina. O no todos. Hay hombres y mujeres que no nadan para pasar el rato, que el jueves por la noche no estaban de festejo. Son los de la UME.
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