Ha pasado un mes desde la DANA. Intuyo que populares y socialistas preferirían ya pasar a otro asunto, o al menos comenzar a enfocarlo en términos más ligeros. Más de bronca política que de gestión. Pero no. Eso es un error. PP y PSOE ... están jugando con fuego. Los municipios gravemente afectados contienen una población que ronda las 850.000 personas. No puedes someter a tanta gente a la desatención inicial y actual, descenderlos a vidas de tercer mundo, sin ascensores, sin transporte, sin luz, sin comercio y sin trabajo de un mes para otro y pensar que eso no pasará factura al sistema. El PP y el PSOE se reparten el trigémino de un sistema que no muestra prisa en reaccionar. A casi un millón de valencianos se les somete a una prueba de estrés emocional, social, laboral, político y económico que puede acabar mal para los partidos sistémicos, y que eso sea aprovechado por formaciones situadas en la periferia del bipartidismo. Y lo que es peor, que este crimen político de dimensiones enormes (la falta de diligencia, la falta de asunción de responsabilidades, la falta de soluciones y de iniciativa) no pase desapercibido para el resto de españoles. Te puede pasar a tí, amigo madrileño, catalán, andaluz... y si los partidos del sistema, los políticos que se supone que tienen vocación de servicio público no la demuestran, y no demuestran su utilidad al público, se convierten en prescindibles. El sistema no puede permitirse el lujo de que los peones dejen de reconocer la jerarquía y utilidad de los alfiles. Se pone en peligro todo el tablero, rey y reina incluidos.
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El PP debe ayudar. En sus manos está la Generalitat, donde sólo se ha cesado a dos responsables políticas. Una, por su brutal desconsideración. Otra, por la evidente incompetencia en la emergencia. Insuficiente, temerario y poco tranquilizador. Siguen atornillados en las sillas y cargos públicos del Consell el grueso de los que demostraron una amplia gama de incapacidades: a la hora de interpretar señales tan palmarias como que este periódico abrió el día de la DANA a cinco columnas con la «alerta» y el «miedo a las inundaciones»; a la hora de reaccionar ante los primeros datos reales de lo que pasaba, ya por la mañana; a la hora de convocar el CECOPI con tiempo para que sirviera para algo; a la hora de alertar a la población con sistemas de aviso que se desconocían y que podrían haber permitido salvar vidas. Incluir en un decreto contra la DANA la anulación de un tope para pagar sueldos competitivos a miembros del Consell es una torpeza más. La medida, en realidad, ya la quiso poner en marcha el Botánico. El problema es colarla tan de tapadillo que ni la portavoz del Consell sabía que a ella misma se la estaban colando. Indigna chapucería.
El PSOE debe ayudar. En sus manos está el Gobierno, que es el único aparato administrativo con músculo real para activar, primero, el personal y los recursos que no están en la cantidad necesaria sobre el terreno, y después, el dinero para paliar tanta pérdida. A la Generalitat este colosal problema le viene grande. Hay calles de Paiporta con el mismo fango de hace un mes. La falta de medios para la limpieza puede acabar por poner en peligro los cimientos de edificios en toda la provincia. No es ninguna broma, como tampoco lo es el riesgo para la salud de mantener los actuales niveles de toxicidad alrededor de cientos de miles de personas. Lo de condicionar ayudas directas a la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado es una falsedad, una trampa zafia que denuncia hasta un alto cargo de Hacienda en los años del Botánico. Indignante sociopatía.
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