Urgente El precio de la bombona de butano para esta semana tras el último cambio de tarifa

Menuda sorpresas morrocotudas se han dado estos días los valencianos. Resulta que PP y Vox legislan como una coalición de derechas y Diana Morant tiene intención de mandar en el PSPV. ¿Quién lo iba a decir? Y va Morant y se prepara una ejecutiva repletita ... de gente de Puig y sin apenas personal de los que iban a ser sus oponentes pero se quedaron en palmeros. Y va la derecha y pretenden legislar pasándose por la quilla las premisas de la izquierda en el anterior Consell. Gol en Las Gaunas. Asombro y estupefacción.

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El Botánico y su esfera han comenzado a supurar por las llagas de la indignación nada más conocer que populares y voxistas pretenden tirar por tierra la ley educativa de plurilingüismo que diseñó Marzà (un señor muy de centro), derogan las leyes de memoria histórica que dejó puestas la izquierda y modifican un modo de elegir a los dirigentes de entes como À Punt y la Agencia Antifraude que nació para que pudiera decidir la aritmética del tripartito junto a Cs (que lideró Punset, luego asesora de Puig). Se lo dicen a cualquiera el 28 de mayo, cuando los resultados dieron la victoria a la suma de PP y Vox, y no se lo hubiera creído... que hayan tardado diez meses en hacerlo. Los valencianos no votaron mayoritariamente a populares y voxistas para que mantuvieran vigentes las leyes puestas en marcha por el tripartito, por ejemplo, en términos educativos. Eso es de cajón para todos menos para los sorprendidos. Lo sorprendente es que haya tanto sorprendido, a no ser que sean unos cínicos como el prefecto Renault: «Qué escándalo, Rick, aquí se juega».

Me divierte escuchar a Sánchez quejarse de la «polarización asimétrica», porque a ellos les insultan, pobres. A lo mejor no ha sido la izquierda, sino los marcianos (no el conseller, sino los del espacio exterior) los que nada más conocer las intenciones legislativas de PP y Vox (muy mal presentadas, por cierto) han emitido unos juicios de valor prudentes y ecuánimes, pues acusan a la mayoría gobernante de pretender destruir el valenciano, corromper las instituciones y meter mano en la caja. Eso es buena fe y lo demás son bobadas.

Como buena fe, por no decir tontuna, hay que tener para pensar que Diana Morant iba a llegar a la Secretaría General del PSPV para repartir el pastel entre todos como buenos hermanos socialistas. Ahora resulta que no ha integrado a los que iban a ser sus rivales pero que doblaron la mano en cuanto les citaron en Ferraz y les hablaron en serio. Si querían, de verdad, que les tuvieran en cuenta, tenían que, de verdad, haber plantado cara a los que ahora les han puesto mirando a Cuenca. Y además, a sonreír.

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