El trabajo del investigador canadiense Philip Tetlock sobre los sesgos de confirmación sirvió en su momento a Woody Allen para divagar en 'Maridos y Mujeres' ... sobre la división de las personas entre zorros y erizos. Dúctiles e intransigentes en relaciones de pareja. En realidad, Tetlock investigó a los listillos de las narices que piensan, o les hacen pensar, que lo saben todo sobre sus temas favoritos. Y no me refiero a los periodistas, que también. El estudioso de las finanzas del comportamiento y coautor de Superforcasting ('Superpronosticadores') desarrolló una teoría sobre el modo en que el 'sesgo de confirmación' influye en nuestra percepción de la realidad, o sea, en nuestro aprendizaje. Y si llegamos hasta Kant, en nuestra esencia existencial. Académicos y expertos fueron interrogados por Tetlock a finales del siglo pasado sobre la caída de la Unión Soviética y la evolución económica de Estados Unidos. A la vez, y sobre los mismos temas, se preguntó a gente corriente y moliente. El resultado fue que las predicciones de las personas informadas, pero no excesivamente metidas en la harina política y económica, fueron más acertadas que las de los supuestos sabios. En la misma órbita que Gordon Malkiel, que le dio a un mono unos dardos para que los lanzase sobre valores bursátiles donde invertir y comprobó que el beneficio económico comparado con el generado por los asesores financieros de Wall Street era muy similar. La culpa de todo esto tiene que ver tanto con el factor aleatorio de la vida como con el dichoso sesgo de confirmación.
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El sesgo de confirmación es la querencia por tener razón, la tendencia a escuchar a aquellos que reafirman tu opinión y la inclinación a rechazar al que rebate tus criterios. En definitiva, que preferimos que nos bailen el agua, el cáncer de los liderazgos.
De ahí que los partidarios entre Soler, Morant y Bielsa crean todos ellos que van a ganar o, al menos, que si pierden será porque la militancia se equivoca y el sistema juega en su contra. No sólo son políticos, es que son cargos electos. Morant es parte del Gobierno y eso, además, es el colmo para el sesgo de confirmación, porque las alfombras rojas son muy perjudiciales para el sano ejercicio de pisar el suelo. Además, ya no es que hablemos de una diferencia de criterio sobre un asunto, un tema de actualidad, es que se trata de su propia valía personal y de un debate orgánico. Imposible concitar más elementos que permitan activar intensamente el sesgo de confirmación, de tal modo que, pase lo que pase, ninguno de los tres se podrá quitar de la cabeza que eran ellos y no la gente corriente, o el mono con los dardos, los que tenían la razón.
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