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Cuando leo algunos análisis sobre Ens Uneix y sus posiciones en la Diputación de Valencia, su cercanía o lejanía de PP y PSPV, me ... acuerdo mucho de las crónicas deportivas de los periódicos nacionales sobre fútbol. Lo que hace el partido de Rodríguez no se examina en relación a los objetivos de esa formación o de la plataforma a la que pertenece, Unió Municipalista, sino en función de cómo afecta a populares y socialistas valencianos.
El motivo de esos análisis es, en realidad, más económico que ideológico. En términos de relato, un protagonista debe tener un antagonista, y punto. Cuanto más sencillo, el bueno y el malo, más fácil de construir una épica. Y es más barato. De ahí lo del Madrid y el Barça. Interesa. No hay que abrir delegaciones (y contratar periodistas) en otras ciudades. El muro de la producción y los costes económicos de la prensa es mucho más poderoso que las líneas editoriales o el amor a unos colores. De ahí que la prensa relatase la victoria del Valencia en el Bernabeu como si los merenguex hubieran perdido contra el Slavia de Praga. Pues con el PP y el PSPV pasa algo similar.
Ens Uneix deseaba abordar el asunto de la ley electoral desde finales del verano del año pasado. Al menos desde entonces, si bien al PP ya se lo había comunicado tiempo atrás. No se trata de una petición vinculada al deseo de acercarse al PSPV ni alejarse del PP. Es el deseo de entrar en Les Corts, una aspiración legítima, al margen de las necesidades de los populares y los socialistas. Para lograr el cambio de la ley electoral, el partido de Rodríguez solo tiene una palanca, que es la Diputación de Valencia, su gobierno. Es cierto que los municipalistas disponen de un botón nuclear para volatilizar la presidencia del popular Mompó, pero es un botón de un solo uso. Si Ens Uneix lo aprieta, se queda sin capacidad de influencia sobre los populares. Es algo parecido a lo que le pasa a Mazón con Génova. El presidente tiene el poder unipersonal de adelantar elecciones, pero si lo ejerce sin la autorización de la cúpula nacional ya se puede despedir, él y los suyos, de un futuro bajo el paraguas popular. Que se lo digan a Casado, que comprobó la distancia que se establece cuando uno aprieta el botón y dirige los misiles hacia objetivos sensibles como Ayuso.
Si el PP quiere seguir al frente de la Diputación no le queda otra que hacer movimientos en pro de que la rebaja del listón electoral se ejecute antes de que finiquite este año. Si lo alarga más allá del presente ejercicio, en Ens Uneix moverán ficha, porque dejar al PP sin la Diputación ya a finales de 2026, por ejemplo, si tienen la sensación de que el PP les da gato por liebre, no sería una opción. El cambio de cromos deberán llegar antes. Luego habrá que ver si los municipalistas logran, por ejemplo, los 40.000 votos en la provincia de Valencia, un objetivo quizá factible teniendo en cuenta que partidos en demolición allá por 2023 como Ciudadanos logró 20.000 votos y que Podemos estuvo cerca de los 50.000. Habrá que ver lo que tiran los alcaldes independientes, si son capaces de captar votos para otras urnas que no sean las propias. Ahora mismo, en la Moncloa tienen en mente hacer coincidir las generales con las locales y autonómicas en 2027. Todo en el mismo paquete, lo que también se interpreta en clave nacional, sobre lo que interesa a los dos grandes partidos. Cada uno juega su liga y el voto se ha fragmentado de tal manera que las predicciones solo vinculadas a cosas populares y socialistas se han quedado ya para un trazo grueso, generalmente sesgado, y futbolero.
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