Urgente El Puente de la Solidaridad de Duque de Gaeta, Ninot Indultat Infantil de las Fallas 2025

Impresiona constatar el modo en que algunos políticos son capaces de demostrar el escaso aprecio intelectual que le tienen a la ciudadana que teóricamente pretenden ... proteger. Proteger, en unos casos, del capitalismo despiadado. Proteger, en otros, del comunismo infernal. El caso es que todos nos van a salvar, ya es casualidad, de sus rivales políticos. Nos hacen un favor presentándose a las elecciones.

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Como nos tienen muy poca fe, además, se ponen a hacer cola frente al registro de las juntas electorales con el fin de ser los primeros en presentar las candidaturas. Esa posición les permitirá situar su papeleta bien a la vista, no sea que el tonto de turno que les va a votar no encuentre su lista electoral preferida, se vaya a despistar y acabe cogiendo cualquier otra. Esa es la fe que tienen los partidos en sus votantes, ciudadanos con derecho a decidir pero sin capacidad para encontrar la papeleta que quieren meter en el sobre del sufragio.

Es ahora, además, cuando aquellos que nos han gobernado durante ocho años se han dado cuenta de lo que está ocurriendo con la vivienda. Que no hay. O que la que hay está carísima, prohibitiva, tanto para comprarla como para alquilarla. Está carísima, ciertamente, aunque algo tendrá que ver que el suelo inmobiliario sube a un ritmo inversamente proporcional a los sueldos. Mientras la hipoteca se pague con las nóminas y no con besitos, lo de congelar los salarios será un problema, ojo al dato, especialmente para aquellos que piden que la economía se active pero lo desvinculan a que los sueldos se activen también.

Y en esta tesitura, sueldos tímidos frente a viviendas de precio rutilante, la campaña reserva un destacado espacio a las promesas inmobiliarias. Sánchez resucita las 50.000 viviendas de las que hablaba su Gobierno hace años. En la Comunitat, también, las promesas de pisos se contabilizan en cientos o miles. Brotarán como setas, y eso que estamos en plena sequía. Al Consell y a los ayuntamientos les ha costado Dios y ayuda sacar adelante la tramitación de cualquier tipo de iniciativa inmobiliaria, pero resulta que estaban disimulando, se guardaban las viviendas para después de estas elecciones. Menuda suerte. Es posible que alguien se haya dado cuenta del problema ante el temor de perder el sueldo público y tener que pagar una hipoteca con un salario acorde a sus capacidades. A lo mejor eso ha provocado un florecer de la empatía. También, por edad, los que llegaron al cargo con hijos adolescentes ahora se han encontrado que no los pueden emancipar. Ojalá todas estas promesas electorales se cumplan. Viviríamos como reyes, y sin irnos a Abu Dabi.

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