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La política podría ser maravillosa pero no lo es. Es como nosotros. En política se debería actuar en beneficio de todos pero no es así, y cada uno va a lo suyo, de manera casi exclusiva, y es por todo eso, porque la acción política ... es un reflejo de la sociedad, que los ciudadanos se cansan de los políticos, porque amiga y vecina, ¿quién no está cansado de uno mismo?
Cuando buscas desconectar, y viajas, huyes de ti y de tus rutinas, de tus manías, de tus filias y fobias diarias. Es obvio que ante la novedad no puede competir, como pasa en las relaciones de pareja, que construimos nosotros hasta que, en muchos casos, acabamos hartos de nosotros y del otro o de la otra. Con la política y los políticos pasa algo similar, que nos cansamos de vernos en ese espejo donde gente como nosotros hace lo mismo que nosotros, intentar sobrevivir haciendo las cosas de la manera más soportable para su propia conciencia. Nadie quiere ser mala persona, aunque los demás les veamos y cataloguemos como auténticos bichos, a excepción de los malvados por vocación, que en realidad no son tantos. Lo que más abunda es la estupidez, no el maquiavelismo.
El problema es que tú, en ocasiones, puedes viajar y deshacerte de tu realidad más cotidiana. O dejarte de mirar en los espejos porque no te ves bien y prefieres descansar de tu imagen. El problema es que, paradójicamente, la política se ha convertido en una práctica en la que dejarse ver, hacerse notar y demostrar tu presencia aquí y allá se ha transformado en lo importante de veras. La gestión es un espacio oscuro que todos pretenden enarbolar, pero al que no se dedica todo el tiempo preciso porque hemos construido una realidad en la que el presentismo es capital. Igual que la gente es incapaz de vivir más de una semana sin hacerse una foto, y que ya no se concibe irse de viaje o participar en cualquier tipo de celebración sin hacerse fotos y, lo que es aún peor, mostrarlas al mundo en las redes sociales, la actividad política se ha quedado encerrada en los escaparates. Hablaba Mazón en Les Corts de la conveniencia de «hacer despacho». Y sí, es más que necesario, es fundamental para que la política sea útil. Sin embargo, el presentismo en festejos, homenajes, actos públicos, eventos, galas, medios de comunicación y espacios de debate se ha convertido en igual de importante. Y eso es peligroso, mucho, tanto como no hablar con tus hijos o con tus amigos de las cosas que te duelen o les duelen a ellos, una labor de despacho que queda aparcada y olvidada frente a esa multitud de fotos celebrando la vida. La vida hay que vivirla más y fotografiarla menos. Y la política, también.
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