Ayuno político

He tomado la decisión de seguir a Tamara Falcó, a su vestido y a sus kilos de más, según dicen. El asunto no es baladí y como bien dicen los de Sálvame que están en puertas de ser liquidados, dicen también quién de esto sabe, que es un asunto cultural y como tal debe ser mantenido y respetado.

Se ve que hay gente para «tó» El caso es que ha roto un sustancioso contrato, 150 mil «del ala» con la marca de unas diseñadoras, porque aquellas no han querido asumir las correcciones que Tamara indicaba, al parecer extraídas de un modelo de Chanel.

Se ve que las diseñadoras le han dicho «de eso nada marquesa, nosotras diseñamos lo nuestro y no copiamos y, además, si vas a llevar otro vestido, ahí te quedas y el contrato que teníamos lo utilizaremos como servilletas «after work» en pleno tardeo». T. F. no se inmutó por unos euros más o menos y se dijo para sí misma, intuyo. ¿Si? Me voy a Carolina Herrera y firmo la exclusiva couché con la revista habitual de mamá y me voy a quitarme unos kilos-, de 6 a 10, a Marbella, a la clínica Buchinger como cada año.

Es un plan «fit» dicen que normal. Al reflexionar sobre este acontecimiento cultural de primera magnitud estelar en el mundo del couché y un poco más allá, me miro, esta vez con cita previa conmigo mismo y me pregunto: «¿Carlos por qué no te vas a Marbella y te das un garbeo por esa clínica y rebajas es «tripita» cervecera?».

Me lanzo a ver los precios de ese ayuno terapéutico individual de tres semanas. Total, una fruslería entre 10.000 y 13.000 euros. Nada. Y no te dan de comer. Solo líquidos y luego al final unos yogurts de nada. No voy a ir.