El barranco del Poyo

Sufrimos pérdidas y estábamos a menos de 500 metros del cauce del río y el seguro nos dio carpetazo. Sobrevivimos. Otros no. Ahora tampoco.

El pan lo traían los camiones de la Armada y veíamos a los soldados quitar barro. El ejército es pueblo.

Ya los romanos daban cuenta de las riadas. Desde entonces siguen y los voluntarios se crecen en la solidaridad. Pienso en Holanda. He estado allí y he visto el agua del mar arriba del territorio. Ese es un mar donde las tormentas tienen nombre de galernas y los holandeses siguen pudiendo comer en restaurantes bajo el agua. ¿Son los ingenieros holandeses más listos que nuestros ingenieros de caminos y otros técnicos?

No. El ABC del viernes pasado en uno de sus enfoques, firmado por Isabel Miranda, daba cuenta de que hace más de 10 años descansa un proyecto centrado en el barranco del Poyo que hubiera evitado esta catástrofe.

Las cucarachas han hecho nido en las mesas de los políticos. Nadie ha movido un dedo. Culpables vicarios de las muertes de hoy. Culpables en Valencia y en Madrid.

Copio lo que el ingeniero de caminos el Sr. Benadero, presidente de la Comisión del Agua del Colegio de Ingenieros de Caminos de la Comunidad Valenciana, dice: «el riesgo de inundación se conocía. La solución está sobre la mesa más de 10 años. Proyectos redactados y hechos».

Me duele el alma, me anega el corazón pensar en la frase de una diputada de la bancada socialista decir «nosotros no estamos para achicar agua». Dígaselo a algún amigo mío perdido. Aléjese de su familia.

¿Qué hacemos con estos gobiernos de uno y otro signo, incapaces de cuidar la vida? Deben ser expulsados de sus sillones blandos.