Otra carta

Deseo referirme a la afición a lanzar misivas al personal que le ha entrado a nuestro excelso dirigente. Yo creo que deberíamos todos escribir más, escribirnos más y desterrar el uso moderno del wasap que tanto disgusto ocasiona por los malentendidos que produce.

Una carta y si es manuscrita mejor es un acto de reflexión íntima y se sujeta a unas reglas en las que el cuidado al redactar imprime carácter.

Espero más cartas del ínclito doctor a cuenta de sus inquietudes. Por ejemplo: ¿Ha mandado un misiva por la patada en el culo que les han dado a nuestros dignos representantes que fueron a intentar observar las elecciones del amigo suramericano?

Los retuvieron y los devolvieron al hogar materno sin dejarles observar nada. Les habrán dicho: ¡Aquí no hay nada que observar! . Aquí hace frío ahora. A casa nenes

Otra carta sería la de protestar por la surrealista y burlona cena emulando la de Cristo representada en la inauguración de los Juegos Olímpico.

Nada de meterse con Alá, con Buda, con Odín el vikingo, con Trump por la amenaza recitada ayer mismo de: si no me votáis a mi habrá una tercera guerra mundial. Hay muchas cartas por escribir.

Sugiero que se abra en la Moncloa un gabinete denominado 'Cuarto de cartas de ÉL' y un grupo de pensantes escoja y ponga sobre la mesa del despacho del más amado líder, a la hora llamada de las 'misivas' cuando la luz filtrada por la arboleda monclovita sea más genuinamente creativa. Luego es momento amoroso de compartir con ella. No tiene precio.

Vámonos a Lanzarote. ¡Cuidado a quién invitas! Que la asquerosa canallesca está al acecho. No pasa nada. He escrito un par de cartas a, ya sabes, y que estén al cuidado de la finca. Te quiero, ¡Bikini rojo, nena! ¿Eh?