La cultura del miedo

Y para «ayudar» ha llegado la llamada inteligencia artificial. Un perfecto cloroformo para enterrar la inteligencia natural si no se usa con cuidado, como si fuera una bomba nuclear que eliminaría la conciencia del esfuerzo al que me refería.

Hay raíces en el ser humano que no cambian con el tiempo. Están ahí como parte del constructo íntimo, al nacer. La posesión de cosas, la envidia, el miedo, que dicen que sirve para preservar la vida, un semáforo en rojo eso del miedo.

Leo que le han enviado a un juez un paquete bomba que ha resultado falso, por fortuna. Su señoría ha pedido escolta. Hay ciertas anomalías en el proceso de información del asunto y se refieren a la velocidad de los informes etc.

¿Es casual que ese juez sea el que está investigando la posible trama rusa que afectaría al hombre que huyó en el maletero de un coche para instalarse -con dinero de usted y mío- en la señorial casa de Waterlo? Es Puigdemont por si se les ha olvidado. Es el «presidente o nada». Tócate el «nas» por no señalar otra parte íntima.

El cultivar el miedo a lo que pueda pasarme si traspaso la frontera marcada por los dictadores de turno, sean personas o grupos, puede ponerme en peligro. Sí alguien gusta de repasar la historia reciente puede detenerse en Stalin y sus deportaciones en masa a Siberia. Recomiendo leer a Kapuscinski y a su obra «El Imperio» para saber más.

Otros dictadores más próximos usan la temida Hacienda o a la ultraderecha. No hay escoltas para todos. ¿Solo el silencio? se juez y otros merecen mi respeto y silencioso apoyo.