Escribir en extranjero

Hace algún tiempo hizo furor un slogan que usábamos algunos. Creíamos de verdad que lo que allí se decía podría ser cierto. Se decía «sin prensa libre no hay democracia». Ya veo.

El papel de la prensa y de otros medios de comunicación entre otros es el de informar, formar opinión y entretener; también recordar al respetable que los medios están amparados o deberían estarlo por el concepto de propiedad privada.

La pregunta es obvia y surge enseguida: ¿Por qué tantos desean disponer de un medio de comunicación, aunque, se sabe, muchos son los quebraderos financieros, sociales etc. que se desprende de lo que ese medio dice, señala o denuncia?

Ya está claro. Acabo de ver una luz al final del túnel. La denuncia, la puesta en común pone a muchos representantes de la «creme» política o empresarial al descubierto. Con el culo al aire.

Pasó el tiempo en el que nadie se atrevía a decir nada en absoluto contra la monarquía, por ejemplo, contra el Gobierno de turno que había en España.

Hoy la invasión informativa real o inventada es un profundo río de aguas turbulentas y se diría que en la actualidad el Gobierno actual tiene, parece ser, muchas causas en el ámbito judicial abiertas. Eso pone nervioso al conjunto que nos manda y han empleado la castiza: «los voy a fumigar» y todo bajo el velo de buscar la verdad y evitar los juicios de valor contrarios.

A los columnistas no nos roza la camisa al cuerpo. Yo propongo que escribamos en una lengua extranjera desconocida. En el antiguo mogol o en sanscrito. Mordazas a mí. Escribamos de algo que nadie entienda. Digamos cosas de algún lugar remoto. ¡Yo no me rindo! Pído perdón por si acaso.