Jet lag

Mi mujer señala que eso es el principio de un estado «gagoso»; es decir que estoy medio ¡gaga! Me defiendo argumentado, con éxito, en torno a los dimes y diretes de la ministra Diaz sobre su extraña teoría de la economía horizontal.

Puesto en ese camino analítico me dio cuenta de mi recuperación paulatina y me centro en los decretos ley últimos y las cesiones a Junts que están, dicen, en Cataluña. No entiendo muy bien que dice la letra pequeña del último decretazo progresista que Sánchez se ha sacado de la chistera. Es normal. Todavía no se ha escrito.

Me hago la siguiente pregunta, no exenta de humildad. ¿Qué sabes de Cataluña y sus costumbres, de sus gentes, de su Gastronomía etc.? Y ahí está la clave.

Sin llegar a ser Aznar que dijo que hablaba catalán en la intimidad, declaro que yo ya hablo valenciano antes de ser Valencia la ciudad que recomiendan visitar, como dice el New York Times, que no es moco de pavo.

Decido entrar al trapo del conocimiento como si Cataluña fuera el extranjero. Cada día cuando me levante haré unos pasos de sardana con unas parejas imaginarias, me prepararé un desayuno donde no falte el «pa amb tomaca» y diré, que en vez de arroz al horno,me prepare una escalivada y como falso deportista invernal que soy: un guiso con alubias blancas de Bossots, garbanzos, verduras, carne de gallina, ternera y cerdo y fideos. Una auténtica bomba ideal para los meses de frío.

Me noto más cerca de Junqueras que de Puigdemont. He viajado hacia el Noreste y empiezo a ser otro. Me precipito sobre un nuevo escrito y le digo a Mazón. «A por ellos y como ellos» Vixca. Entono «Els segadors».