La mujer del César

Es cierto que otras esposas cuyos maridos nada tienen que ver con la política, pero son famosos como actores, industriales de prestigio y demás personas que pueden formar parte 'de la pomada', están con frecuencia en el candelero. Ahí expuestos a la mirada curiosa y, a veces, envidiosa y voraz de telespectadores y otros. Son pasto de conversaciones, se mide al milímetro el vestido y las redes se nutren de críticas a favor o en contra. De todo hay, claro está.

Los americanos que gustan del show, y lo preparan a modo, nos hacen ver que el papel de las esposas de quienes aspiran a a ganar las elecciones es dejarse ver, incluso con parte de su familia, como espejo en el que mirarse y emular por los que les votan.

Recuerdo aquí a Julio César por aquello de «no solo hay que ser honrada hay que parecerlo», dicen que le dijo a Calpurnia, su última mujer tras dos más anteriores, y la repudió (aunque de ello no parece haber documento alguno) y la leyenda hace referencia al hecho de creer que un patricio se 'coló' en una ceremonia exclusiva para mujeres e intentó violarla; aquello voló por toda Roma. César se ve que dijo: «Hasta aquí hemos llegado querida Calpurnia».

Como sabrán ya, hablo de la esposa -doña Begoña- por el momento del Dr. Sánchez, a la sazón presidente del Gobierno, sobre la que recaen diversos cargos virtuales como el de dirigir una especie de cátedra sin tener, a fecha de hoy, licenciatura alguna y la de 'ayudar' a generar recursos para otros amigos, recomendados... Todo ello bajo su firma y complacencia. Una quiere ser independiente y medrar sola.

¿Es lícito que doña Begoña intente ganarse el pan con el sudor de su frente? La oposición se opone como es natural y no quiere dejar pasar lo que ellos llaman una oportunidad.