El precio del insulto

Divido, salvo error u omisión, sale a 317,94 euros el insulto loque no es moco de pavo. Con ese monto se va uno al super y hace una buena compra para abastecer la nevera doméstica.

¿Y que le dicen a este ministro llamado, por cierto, Oscar Puente? Supongo que escribir su nombre no es un insulto en sí mismo.

Al insultado se le califica de «mamporrero» (persona que dirige el miembro del caballo en el acto de la cópula) quizás pensando en el papel que tuvo en el acto de la investidura de su jefe.

Se le adjudica el término de «mastín monclovita» o «bulldog del presidente». Hay muchos más. Hasta 195 folios, al decir de la empresa contratada. El asunto da para mucho y a la velocidad que va, el precio unitario bajará ostensiblemente.

A quien esto escribe le encanta un insulto en particular y es el de «cagalindes», que viene a significar: «a la persona melindrosa, cobarde, poco o nada dada a correr riesgos ni aventuras. Jodón. Que le gusta joder la marrana».

Es cierto que cada uno de nosotros tiene insultos preferidos como supongo que también piropos, que son rechazados por machistas. ¡qué les voy a contar a ustedes en ese campo que no hayan leído y sepan. Yo no soy insultón y si llegara a serlo votaría por los clásicos del siglo de oro español. En ese campo podría decir uno que usaba mi abuela, al decir «es más tonto que Abundio» o es un «ganapán, chisgarabís» y en el caso del Sr. ministro podría encajar «robaperas», o mejor «sietemachos». Ustedes mismos.