La verdad cambiante

Me tienen en un lío y todo por evitar la controversia y caer en el nihilismo. O sea, en la nada. ¿Se pretende eso? Parece que cada uno tenemos nuestro pensamiento como verdadero.

Esta no es, ni lo pretende ser, una columna dedicada a la filosofía, pero...no todo son prisas, ni IA, ni temas judiciales. ¿Entonces? ¿Qué es verdad o mentira? Quizás aquello que nos conviene. Creamos protocolos íntimos que convertimos en coartadas disfrazadas de servicio al otro. Una institución, un sindicato, un grupo político, pero al final lo encubierto se revelará. Detrás de todo «la voluntad del poder».

Tengo que contrastar. Hasta la teoría de la relatividad y el núcleo de la Tierra no son como nos lo enseñaron. La verdad no es única e inmutable. ¿Qué hacer? ¿Conformarnos? ¿Rebelarse? o ¿sestear tardeando?

En este punto de la reflexión tengo que acudir a algunos pensadores calificados por muchos como «malditos», como podría llegar a ser el caso de Nietzsche.

Estoy con su afirmación de que «la voluntad de poder como esencia de la vida» y lo comprobamos a tenor de los enfrentamientos dialéctico y sus consecuencias que «iluminan» cada día nuestro entorno más inmediato.

Son las tragedias, en este caso la DANA que arrasó, y que continua, con sus secuelas, en manos de quienes han olvidado que solo administran recursos que son extraídos de diversas formas de nuestros bolsillos.

Confirmo lo anterior. «La voluntad de poder como esencia de la vida». La razón sometida a las emociones. Lo verdadero o falso depende del momento histórico al que nos acerquemos. ¿Y si todo fuera una distorsión? Al final solo los ingenieros.