El milagro de la música

Gustavo Dudamel es uno de los grandes directores de nuestro tiempo y eligió para la segunda parte una obra de la que es especialista: la segunda sinfonía 'Resurrección' de Gustav Mahler. Al maestro no solo debemos agradecerle haber venido, sino haber entregado todo su arte y todo su corazón en este concierto a beneficio de los afectados por la dana. Consiguió el milagro que dos orquestas y dos coros sonasen como una inquebrantable unidad. Logró ese milagro que solo una personalidad carismática y entusiasta como la suya puede conseguir. En cuanto a su visión de la obra, es una de las más profundas que he escuchado. Presta atención a todos los detalles y, a la vez, encuentra soluciones originales, como cierto sentido cantabile en el tercer tiempo. Pero, además, conduce la obra con un extraordinario sentido de la continuidad dramática. La sinfonía tiene uno de los finales más espectaculares de la historia y Dudamel nos condujo hasta la apoteosis final saboreando cada frase. Excelentes las solistas. Sandra Hamaoui fue todo entrega en su interpretación, mientras que Eva Koon fue la sabiduría y la profundidad. El final del concierto se cerró con largos aplausos y ovaciones cerradas. El maestro no quiso subir a la tarima a recibir en solitario las ovaciones sino que compartió el éxito con los músicos. Maneras de ser grande.