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Cuántas viviendas turísticas hay en Valencia? Es la pregunta que debe responder el Ayuntamiento en el inicio de la moratoria de licencias, un año más ... la opción de otro, aprobada la semana pasada. ¿Cuántas queremos que haya? Esa sería la segunda cuestión a contestar.
La primera no tiene fácil conclusión. Al contrario, lo mejor que se puede hacer con todas las estadísticas, salvo una, es tirarlas a la basura. La única cifra contrastada es que en la ciudad había a fecha de marzo 1.573 apartamentos que suman 6.272 plazas. Son los regulados, los que han presentado toda la documentación en la Generalitat y se ofrecen por lo tanto a recibir inspecciones.
Lo demás es terreno pantanoso. La patronal del sector, VIUTUR, habla de unas 6.700, mientras para la Fundación Visit València, hay una oferta de 10.854 viviendas turísticas que suman 37.794 plazas. Muchas me parecen. Sólo la plataforma Airbnb acapara el 74%. La cuestión es que los propietarios pueden anunciarse en todas las webs e incluso pueden repetir la oferta con variaciones tantas veces como quieran. Es decir, que la suma total arroja datos muy alejados de la realidad.
Los apartamentos regulados se han disparado el último año. Buena noticia. No significa que haya más, sino que afloran a la superficie y se ofrecen a las inspecciones municipales. La alcaldesa Catalá recordó estos días que en los cuatro primeros meses del año se han realizado 197 revisiones que han generado 160 órdenes de cierre. Es obvio que el esfuerzo se dirige hacia los no regulados, aquellos que incumplen la norma de planta baja o primer piso como premisa para la licencia.
Pero para contestar a la segunda pregunta, primero hay que saber de qué estamos hablando. Un año me parece un tiempo escaso para averiguarlo. Al ritmo de las actuales inspecciones, se necesitaría más de una década para comprobar la legalidad de toda la oferta online en Valencia, siempre que nos creamos la estadística.
La segunda parte es cuántas viviendas turísticas quiere el Ayuntamiento para el equilibrio en los barrios, una cifra adecuada para el comercio y hostelería sin echar a los vecinos. Catalá ha dicho que la fiesta irá por barrios, dependiendo de la situación actual. Según la estadística (la cojo un segundo de la papelera antes de volver a tirarla), el centro histórico, Ruzafa y el Marítimo encabezan la oferta, seguido del entorno de la Ciudad de las Ciencias.
Ahí habrá que hacer microcirugía para determinar en qué manzana es plausible que los bajos sean viviendas turísticas y en cuáles no. Y cuanto más afine el Ayuntamiento, más agravios surgirán, por no hablar de las sospechas de que se favorece a unos propietarios en detrimento de otros.
Cuestión difícil, pues, por lo que estaremos atentos a la pantalla para comprobar cómo será la «regulación sensata» que ha prometido la alcaldesa. Mientras, podemos preguntarnos cómo se ha llegado a esta situación. Uno de los motivos, al menos para mí, ha sido el colapso de licencias en el Ayuntamiento, que a día de hoy sigue a pesar de los esfuerzos del concejal Juan Giner. Es peor que los de las toallitas en el alcantarillado, me temo.
Su antecesor en el cargo, Vicent Sarrià, dijo cuando tramitó el Plan de Ciutat Vella en 2018 que había una lista de espera de licencias de 70 hoteles sólo en el centro de Valencia. ¿Cuántas se han resuelto durante estos seis años? ¿Cuántos en el resto de Valencia? La eclosión de viviendas turísticas y su descontrol lógico tiene mucho que ver con esa burocracia que asfixia a los inversores. Para llegar a la calidad turística hay que resolver también eso.
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