Campanar nos pone a prueba

Aplaudimos el rescate de Sara y Amar después de pasar dos horas de angustia en el balcón. Pensamos que todo iba a quedar en una monumental cremà de las fincas hasta que nos sacudió la realidad. Un dron de los bomberos había localizado cuerpos en un balcón y había una docena de desaparecidos.

La suma ya la conocen, una decena de fallecidos que todavía no han sido enterrados a la espera de que lo autorice un juzgado tras las autopsias. El luto oficial en Valencia se acaba hoy pero seguirá para todas las familias afectadas, un nudo en el estómago en todos los vecinos de Valencia que se aliviará mínimamente con las Fallas.

Es momento para guardar todo el respeto a los afectados, expresar el dolor por las víctimas y pedir disculpas en nombre de aquellos que han osado cuestionar el trabajo de los bomberos. Cuando alguien quiera conocer la definición perfecta de servicio público, no tiene más que recordar lo que hicieron esos funcionarios una noche de febrero, jugándose la vida subiendo por las escaleras de un edificio literalmente convertido en un horno.

Ahora pondremos el foco en lo que haga la Administración para que las víctimas retomen su vida normal con la mayor celeridad. Propietarios e inquilinos, sin distinción. Son días complicados donde las sensibilidades están a flor de piel y hay que hacer todo lo posible por no generar más problemas. De ahí que la mejor receta sea transparencia total en la toma de decisiones, como se ha hecho hasta ahora.

Los vecinos de Valencia ya han demostrado que están a la altura, volcándose en las ayudas a las víctimas e inundando de llamadas y correos electrónicos el Ayuntamiento con una simple pregunta ¿Cómo puedo ayudar? Lo mismo digo de los colegios profesionales, empresas y particulares. «Valencia es una ciudad gigante» afirma la alcaldesa Catalá y lo sucedido lo ha demostrado una vez más.

Queda la segunda parte de la historia, una vez se resuelvan los problemas más urgentes de los afectados. Toca hablar de investigación, responsabilidad y evitar que algo parecido vuelva a producirse. La propagación del fuego fue tan rápida que reventó los cálculos de los bomberos e impidió la evacuación de los fallecidos. Se ha hablado mucho del revestimiento de la fachada pero lo importante y lo único que vale es lo que digan los expertos en documentos judiciales.

Sean cuales sean los materiales empleados en su día, el diseño o cualquier otra circunstancia técnica, se ha demostrado que algo no ha funcionado bien viendo cómo las llamas pasaban de una planta a otra. Hay que tener en cuenta la velocidad del viento para explicar esto, claro, pero este siniestro ha sdo todo menos normal.

Si la investigación determina que el revestimiento de la fachada ha influido a la hora de agravar la tragedia, entonces la única decisión a tomar por el Ayuntamiento será la revisión de todas las fincas similares en Valencia, a ser posible de la mano del Colegio de Arquitectos. Y si toca cambiarlos por completo, hágase y por unanimidad de todos los grupos municipales en el pleno a ser posible.

Aunque lo instalado cumpliera en su día la normativa, que no lo dudo, pero que a la vista de lo sucedido se ha demostrado errónea. Y cambiar la ordenanza, por supuesto, con una recomendación de que se haga igual en toda España. Valencia debe tomar la iniciativa para que lo ocurrido en Campanar no sea en vano.