La DANA obliga a revisar el modelo

Mi amigo viaja con frecuencia a Cantón por motivos de trabajo y relata la transformación de una ciudad contaminada en otra que lidera las energías limpias en China. ¡Ventajas de tener una dictadura comunista!, dice riendo con ironía sobre el castigo a los coches de gasolina y diésel.

Coincido con él en que no somos afines a ninguna dictadura pero son indudables las ventajas de una energía limpia, aunque sólo sea para reducir la factura de gasto. En el caso de Valencia, la Fundación València Clima i Energia ha calculado que si todos los tejados de la ciudad estuvieran cubiertos con placas solares, se haría frente al 32% del consumo de los más de 800.000 vecinos que vivimos aquí. Ese porcentaje es una utopía, claro, pero debe ser la cifra a perseguir, del mismo modo que la renovación del parque móvil por vehículos no contaminantes.

Ahora asistimos a la mayor operación yo diría que de la historia de Europa en cuanto a la adquisición de coches. Las cifras oficiales hablan de 120.000 vehículos destrozados por la DANA en la provincia de Valencia. Los particulares ya tramitan las ayudas y leo que el Gobierno da hasta 10.000 euros para los que se quieran comprar un eléctrico o un híbrido.

Leo en una publicación especializada que el precio medio en España de los coches eléctricos fue en 2023 de 34.661 euros, justo el doble de lo que se paga por un vehículo diésel de segunda mano. Así las cosas, dudo mucho que los damnificados se lancen en masa a por un coche de los primeros.

No digo que se tomen decisiones como la citada al principio del régimen chino, pero está claro que las comarcas afectadas por las inundaciones sólo darán un salto cualitativo hacia adelante mirando más allá de una mera reconstrucción. Si queremos cambiar las cosas, entonces las apuestas en todos los niveles deben ser modélicas y con un punto de riesgo. ¿Por qué no convertir L'Horta Sud en la zona de Europa más sostenible y avanzada desde el punto de vista energético?

El mapa solar desarrollado para Valencia se puede repetir en todas las poblaciones que se quiera. A modo de ejemplo, se habla de que en La Fe caben 6.000 paneles solares y que la inversión se amortizaría en 3,6 años. Teniendo en cuenta que la vida útil de los aparatos es de 25 años, los beneficios son tales que lo increíble es que no se hayan colocado ya.

Y lo mismo sucede en todos los demás ejemplos, tanto edificios públicos como privados. A los segundos les hace falta un incentivo. Ya digo que lo de Cantón me parece un poco radical, ocho meses para matricular un coche diésel o gasolina, pero algo habrá que hacer. La colocación de puntos de recarga en la calle debe dejar de ser noticia y convertirse en algo tan cotidiano como un semáforo o una farola. ¿Por qué no se trabaja en esa línea en los municipios de la DANA, Valencia incluida? Alguna vez acabará la emergencia de retirar lodo y residuos. La reconstrucción debe después mirar más allá.