Fer y desfer, la faena del matalafer. Es un dicho valenciano que forma parte de la jerga popular nunca en desuso.

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Prueba de ello son las obras del parking del Camí Sant Joan en Dénia. Esta semana han empezado los trabajos para rehacer, (sí, volver a hacer ) las aceras nuevas de este estacionamiento porque cuando acabaron y se recepcionaron, nadie se percató de que el acceso a la zona destrozaba los bajos de los coches que acudían a estacionar. Fueron los usuarios quienes al día siguiente de su apertura denunciaron lo que ocurría. Y de eso, ¡hace ya más de tres meses!.

Otro ejemplo es la tan cacareada regeneración de las playas de la Comunitat que todos los años lleva a cabo el departamento ministerial de Costas para aportar arena a la franja del litoral valenciano.

Se destinan millones de euros a lugares como El Marenyet, en Cullera, la Goleta, en Tavernes, o en Dénia para rellenar con arena las zonas que se traga el mar cada vez que hay un temporal. Los trasvases de áridos de playas como las de Xeraco ya han despertado los recelos de los gobernantes locales, pero se siguen haciendo con el fin de recuperar la costa y consolidar una buena oferta turística para que cumplan con los requisitos básicos.

Aunque todos sabemos, ciudadanos, técnicos y las administraciones públicas locales, autonómicas y estatales, que la solución pasa por recuperar el sistema natural para dejar pasar la arena o realizar aportaciones de áridos de mucha mayor magnitud que las que se hacen ahora. De lo contrario, ocurre como el matalefer, fer i desfer.

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Quizá ha llegado el momento de dar carpetazo a este dicho y exigir a los gobernantes que pongan los medios necesarios para que no se produzcan «errores» de este tipo, de esta forma se ahorraría dinero a las arcas públicas y a los ciudadanos.

¿Tan difícil es ejercer el control de las actuaciones para evitar fer i desfer?

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