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El presupuesto declarado de las fallas de Valencia ha sido este año de 8.866.456 euros, lo que supone un aumento de 324.037 ... euros sobre lo plantado en 2023. ¿Por qué queda entonces la impresión de que ha bajado la calidad y el interés en los monumentos, sobre todo en los barrios?
La respuesta puede estar en el gusto de cada uno como espectador. Siempre habrá alguien a quien les gusten más las quemadas la noche del martes, aunque ofrezco una causa dada por el Maestro Mayor del Gremio de Artistas Falleros, Paco Pellicer, en estas mismas páginas. Según esta voz autorizada, se ha impuesto durante los últimos años la consideración en las comisiones falleras de que deben relacionarse con los artistas como un cliente con cualquier proveedor, cuando se trata de una disciplina artística y, por lo tanto, subjetiva.
El problema es que cuando a un artista le suben el precio del alquiler de la nave, la luz eléctrica, el transporte en camiones o las grúas, eso va en perjuicio de su bolsillo porque trabajan con un precio cerrado que las comisiones no quieren subir bajo ningún concepto. Con lo que influye de manera inevitable en la falla que se acaba plantando.
Sería injusto decir que la mayoría de las fallas han dejado de apostar por el mal llamado monumento, pero sí es cierto que hay una zona de cierto confort de proyecto barato, como para salir del paso, con el fin de dedicar el esfuerzo a las verbenas, las carpas, las cenas pantagruélicas, o cualquier otra actividad que sirva para mantener el censo.
Ofrezco otro dato para afianzar esto último. Este año, la Junta Central Fallera ha dado 91 premios a fallas por debajo de los 10.000 euros de presupuesto. Es más, las más baratas han llegado a los 2.000 euros, el límite del concurso, menos que la vetusta scooter que me ha servido para recorrer Valencia estos días.
¿Debería la Junta elevar el listón para participar en el concurso? Sería un acicate para las comisiones, sin duda, y si eso influye en los requisitos para conseguir la subvención municipal, mejor que mejor. Este año, por cierto, la aportación pública ha rozado el 30% al quedarse en 2.269.615 euros, lo que no está nada mal como empujón.
Tampoco soy de los que opinan que hay que apretar hasta sangrar a las comisiones. Hay casos, contados con los dedos de una mano, que luchan por su propia supervivencia y no pueden destinar más dinero a la falla. Pero la mayoría prefieren seguir en la zona de confort y contratar alguna fiesta más.
Al comentar el tema del artículo en mi entorno, la respuesta es común: los jóvenes que se apuntan o cambian de comisión no lo hacen por la falla, sino por motivos variados que, tirando del hilo, acaban siempre en una verbena o un ambiente de fiesta continua en el casal/carpa. La razón de la calidad del monumento nunca está en la decisión de los que deben mantener las Fallas los próximos años.
Así las cosas, los artistas falleros se buscan la vida en otros sectores. Lo decía Pellicer, al apuntar que la profesión no está en crisis, sino el origen de la misma. Podría decirse lo mismo de los pirotécnicos, con el ejemplo de Ricardo Caballer, que prefiere encargarse de los castillos en Tomorrowland, estadios de fútbol americano y varios parques de ocio que disparar en Valencia en Fallas. Pero al primer caso, que es el que ocupa esta reflexión, se le añade además el de los conocidos como «talleres fantasma».
Si a la consideración de un mero proveedor con un precio inamovible, se le une la competencia desleal, entonces el asunto se complica todavía más. Proliferan las comisiones «colgadas» el día de la plantà con la falla incompleta y el abandono en la práctica de la competición, para cumplir con la mera obligación de colocar algo en la calle para quemarlo. Sin más.
Los ruedos de las fallas de Especial se llenan de público pero es una sensación engañosa. La máxima categoría en el concurso se ha dejado este año 1,85 millones de euros entre las fallas grandes y las infantiles y son nueve comisiones frente al conjunto de los 770 monumentos plantados este ejercicio en Valencia. es decir, que no sirven para el análisis dado que juegan en una Liga diferente.
Eso sí, la ganadora este año, L'Antiga, y su homóloga en Ingenio y Gracia, Sueca-Literato Azorín, no estaban entre las de mayor presupuesto, lo que indica que con menos se puede hacer más. Un argumento que podría servir para las categorías inferiores dando plena creatividad a los artistas, flexibilidad en el precio final y comisiones que se emocionaran más con el monumento y menos con la barra libre.
Algo que debe empezar desde la educación a los niños. ¿Los colegios tienen visitas guiadas a talleres de artistas falleros para que aprecien el fundamento de las fiestas de su ciudad? Lo dudo mucho y si me equivoco tienen una repercusión insignificante. Más se podría hacer en ese sentido y, de paso, contribuir a la salvación de Ciudad Fallera.
Cada año nos fijamos en Especial, la Primera A y en la experimental. Y en cuanto a la infantil, sólo la de los primeros. En esas secciones ponen el foco los medios y por extensión la opinión pública. Ignoramos al resto, con lo que también es necesario hacer autocrítica en la prensa, dado que no estamos por encima de nadie.
Pongo un ejemplo. Fue noticia la escena de Puigdemont sodomizando a Sánchez de Toni Fornes que presentó la comisión Pedro Cabanes-Conde Lumiares a la Exposición del Ninot. La falla aseguró el presidente que sería digna de ver. ¿Alguien ha hecho el reportaje? Yo, confieso, no he ido a verla.
¿Es una solución la experimental? Cuando una comisión sabe que no dispone de ninguna opción en el concurso, en lugar de mirar hacia otro lado, una solución podría ser buscar la falla alternativa, diferente. Cualquier idea es buena menos la de ignorar el trabajo de los artistas falleros y subir el volumen de la música.
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