La derrota del PSPV en las elecciones autonómicas del 28 de mayo y la consiguiente pérdida de la Generalitat no podía quedar reducida a una ... incidencia menor, con la esperanza de arreglarla al cabo de cuatro años. Aquel día los socialistas valencianos cerraron una etapa, la que ha liderado Ximo Puig y que les catapultó para volver al poder tras el largo periodo popular, entre 1995 y 2015. Ha pasado más de medio año desde los comicios de mayo, antes del verano se celebraron unas elecciones generales que han permitido a Sánchez mantenerse en la Moncloa -a cambio de un altísimo precio para España y su estabilidad democrática- pero la ejecución de la sentencia que se dictó aquel día no puede esperar más. El relevo de Puig al frente de la secretaría general es inaplazable, se produzca en unos días, unas semanas o unos meses. Cerca ya de cumplir los 65 años y en política desde hace cuarenta, el ex president ha prestado un largo y meritorio servicio público, que puede prolongarse desde el Senado o, si finalmente acepta el ofrecimiento, como embajador de España ante la OCDE. Pero su tiempo en el PSPV pasó, se ha consumido, no hay posibilidad de prolongarlo. Llega la hora del cambio.
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Los procesos de renovación en los partidos son con frecuencia implacables, deshumanizantes incluso. Es legítimo que Puig se pregunte qué parte de culpa en la derrota del 28-M fue suya y qué parte cabe atribuir al secretario general de su partido, Pedro Sánchez. Que tras hundir a varios barones regionales consiguió salvarse contra pronóstico gracias a su abrazo al independentismo más radical. Es tan legítimo como inútil. Porque el resultado es el que es, al frente de la Generalitat está ahora nuevamente el PP, el PSPV ha regresado a los fríos bancos de la oposición y precisa con urgencia de un plan para poder ser percibido como alternativa de gobierno. Y eso pasa por un liderazgo sólido y por una renovación de equipos, incluso de estrategia. La política en las democracias liberales se mueve hoy casi al ritmo que lo hace la sociedad. Una foto de la firma del primer pacto del Botánico muestra a Ximo Puig (PSPV), Antonio Montiel (Podemos) y Mónica Oltra (Compromís), apartados estos dos últimos de la política activa y en la rampa de salida el primero. Al menos, de la dirección de su partido. Porque con sus luces -que las ha habido- y con sus sombras -que también- su etapa ha llegado al final.
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