Ya sé que 267.199 euros de presupuesto en un concurso público es el chocolate del loro, pero no quería arrancar este artículo con malas ... noticias para el parque de la Albufera. Podría hablar de los 129 millones de euros que se han quedado colgados de la brocha en los Presupuestos del Estado no aprobados o tantas otras necesidades en la Devesa de El Saler, pero las malas noticias entran mejor después de una buena, aunque sean de un calado limitado.
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El Ayuntamiento ha sacado a licitación en un concurso público la reforma del embarcadero de El Palmar, un espacio bastante grande justo al lado de un molino abierto al público que también es propiedad municipal. La iniciativa fue de las últimas acometidas por el anterior gobierno de Compromís y PSPV, es justo decirlo, con un proyecto básico datado en abril de 2023 donde se explica todo lo que se quiere hacer.
Pero en esto de la Albufera se trata de seguir lo que estaban haciendo los que gobernaban antes, dado que sus necesidades son de tal envergadura que los siguientes al actual gobierno municipal tendrán tajo más que suficiente para continuar.
Algunas iniciativas no son municipales a pesar de que Valencia es la propietaria del lago. El Gobierno de Sánchez se comprometió a invertir 129 millones de euros en mejoras de saneamiento en el parque, lo que se ha visto paralizado al igual que el resto de las cuentas de este ejercicio. Viviremos de la prórroga por la falta de apoyo de los independentistas.
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Esto está dicho, por lo que prefiero fijarme en los pequeños asuntos, los cotidianos, donde sí debe intervenir el Ayuntamiento. Una vecina de El Saler envía un correo que más bien parece una llamada de auxilio donde implora que se haga algo contra el aparcamiento masivo de autocaravanas en el parque natural, turistas principalmente de países del Este que viajan hacia el sur de Europa de ese modo.
La ordenanza es confusa en ese aspecto. El aparcamiento está permitido pero la acampada no. Es decir, que una autocaravana puede estar varios días junto a la playa de El Saler sin ningún problema pero si alguno de sus ocupantes saca una hamaca y la pone al lado ya no está autorizado. Los vecinos han pasado imágenes con hasta tendederos y barbacoas en pleno parque natural.
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Venimos de donde venimos, que diría el cuñado, con unos meses plagados de incendios forestales en el trozo más valioso de Valencia. A pesar de que la amenaza parece ya neutralizada y a la espera de que acabe de cuajar la investigación judicial, el arranque de la primavera debería ser tiempo para acometer mejoras en la poda, acondicionamiento de cortafuegos, derribo de la Venta de El Saler, campañas de concienciación, planes de limpieza y hasta de plantación con especies autóctonas, si es que procede esto último en el calendario. Se habla poco de El Saler después del susto por los incendios y los desalojos.
El embarcadero es un pequeño paso pero seguro que en la carretera CV-500 hay mejoras pendientes, lo mismo que en el servicio de la EMT, el alumbrado público junto a los apartamentos o los viales ciclistas. Eso por no hablar de la consolidación de las playas recuperadas tras el aporte de arena y el debate siempre abierto del futuro del antiguo Sidi Saler.
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Si me preguntan a mí, con la legislación actual y lo aprobado por el Ayuntamiento los anteriores mandatos, lo único viable es el derribo del hotel, aunque seguro que algún funcionario experto es capaz de dar con una alternativa para responder a la petición vecinal de que acoja una dotación pública. En fin, ¿hablamos de la Albufera?
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