Siete años con el aceite

Digo esto antes de nada para constatar que las Fallas tienen una consecuencia positiva en la ciudad, no sólo por los ingresos sino también por la imagen que se proyecta al exterior. Una ciudad preocupada por el medio ambiente es una marca idónea este año.

Claro, que siempre hay que contar lo que ocurre aunque sea negativo. Me llama la atención lo que cuenta la asociación Círculo por la Defensa del Patrimonio, una vez más, los guardianes del patrimonio en Valencia. Siete años han necesitado para que una churrería sea alejada del antiguo convento de San José, justo al lado de donde plantan la falla de Na Jordana. Desde 2018 (con la pausa de 2020 por la pandemia) han estado dando la matraca al Ayuntamiento y al Síndic de Greuges para que el aceite se alejara del edificio protegido, que además ocultaban.

Esto de ser como la gota china que cae sobre la frente del político de turno es cansino, aunque tiene su efecto. El puesto de churros y buñuelos en cuestión se sitúa este año justo enfrente, al lado de la Casa de Socorro. Tampoco costaba tanto.

Aunque quedan muchos días para ver cómo queda la ciudad, ya han saltado algunas alarmas. El vallado de la Lonja, aunque endeble, debería tener su efecto para proteger el edificio del vandalismo. Menos suerte ha tenido un año más la torre de San Bartolomé, en la calle Serranos casi en la esquina con la plaza de Manises. Un charco delata que es un urinario «perfecto» a todas horas del día y de la noche. ¿Habrá que esperar siete años para que el Ayuntamiento haga algo?