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Las futuras líneas 11 y 12 de Metrovalencia incluyen la tala de 400 árboles a lo largo de los recorridos, algunos ejemplares adultos. Lo denuncia la Federación de Vecinos de Valencia, que pide ocupar carriles para el tráfico y salvar así los ejemplares. Una mala ... noticia para acabar el año pero que todavía se puede recificar. Las obras no están ni mucho menos encargadas.
En Valencia hay según el último recuento del anuario municipal un total de 149.571 árboles plantados, con lo que muchos dirán que se trata de una pérdida menor. Vale, pero los pequeños detalles marcan muchas veces la filosofía de un gobierno y si los trazados de las dos líneas de tranvía pueden modificarse para salvar algunos de estos ejemplares, pues mucho mejor. Una ciudad que presume de ser Capitalidad Verde Europea, un galardón que está a punto de caducar y con el que habrá que hacer balance dentro de poco, no puede dar de lado estos asuntos. Aunque se trate de unos proyectos de la Generalitat, corresponde al ayuntamiento informar sobre estos y dar su opinión.
Este año, la concejalía de Parques y Jardines, en manos de Vox, ha sido el foco de muchas críticas de la oposición, por lo que ese balance urge. Critica la baja ejecución del presupuesto de inversiones y el alto índice de quejas y reclamaciones ciudadanas en el mantenimiento de las zonas verdes. De todo eso habrá que dar las explicaciones oportunas en el balance de la capitalitad.
A eso añado tres preguntas. ¿Cuántos árboles se han plantado en el año de la capitalidad? ¿Cuántos se han talado? ¿Qué superficie de zona verde se ha ganado? Sólo con los datos podremos analizar la gestión del gobierno municipal. Entonces nos daremos cuenta de que los pequeños detalles importan.
Coincide el adelanto de la tala de 400 árboles con el estudio de 'Cycling With Clean Air', que un año más ha analizado la calidad del aire en grandes ciudades de España, Valencia incluida. No soy tan catastrofista como Acció Ecologista Agró y València en Bici, que titulan el balance 'El aire de Valencia es un riesgo para la salud', aunque entiendo que las asociaciones ecologistas deben dejarse oír.
El caso es que el estudio se ha convertido los últimos tres años en uno de los instrumentos más fiables para conocer el estado de la contaminación en la ciudad, junto con el realizado por la Universidad Politécnica. Dice en sus conclusiones que el 49% de las mediciones tomadas superan los límites establecidos por la OMS, aunque se ha observado una ligera mejoría desde la primera edición de esta investigación que se realiza con voluntarios.
Que la contaminación aumenta en los accesos de los colegios a las horas de la entrada y la salida es algo que tampoco sorprende, dada la aglomeración de vehículos de las familias que dejan a los pequeños. Observo este fenómeno cada mañana en mi ruta habitual y confieso que me crea reacciones encontradas. Por una parte defiendo la libertad de elección de centro pero cuando deriva en una doble fila permanente, lo entiendo menos.
En cuanto a la aplicación de la zona de bajas emisiones, ya es sabida la decisión de la alcaldesa María José Catalá de aplazar cualquier medida hasta enero de 2026 cuando se limite la entrada a vehículos con etiqueta A, pero únicamente de fuera de la provincia de Valencia, de más de 27 años si son de gasolina, o de más de 22 años si son de gasoil. Y así de manera progresiva hasta las restricciones totales a vehículos contaminantes a partir de enero de 2028. Para entonces, confío en que haya aumentado de manera significativa el número de árboles y jardines. Sin talas.
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