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Qué poco dura la alegría en la casa del pobre. Luego les explicaré por qué. Pero primero lo de San Mamés. Para mí fue otra ... demostración más de lo que es este equipo de Baraja, mucho más de lo que todos esperábamos antes de empezar la Liga. El Valencia visitaba otra plaza de esas marcadas en el calendario, como ocurrió la primera jornada frente al Sevilla o cuando el Atlético de Madrid visitó Mestalla. Días en los que -no nos llevemos a engaño- todos creíamos que al Valencia le iría peor de lo que le fue. Pero el equipo jugó otro gran partido de tú a tú ante una de las plantillas que sí empiezan la Liga peleando plaza europea y en uno de los escenarios más complicados de la competición. Y no ganó por un mísero minuto. Pónganle al partido el adjetivo que quieran, yo elegiría espectacular (de los dos equipos). Pero el adjetivo que nunca utilizaría es 'sorprendente'. Y es uno que he escuchado a bastante gente desde que terminó el encuentro.

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¿Sorprendente por qué? Sorprendente sería si esto fuera la primera vez que lo vemos esta temporada. Sorprendente sería si el Valencia estuviera en la zona de descenso o con un par de victorias sufridas en la Liga. Pero resulta que es todo lo contrario. Los de Baraja no han estado en todo el año en la pelea por el descenso y, en cambio, sí han estado en la zona del Athletic desde el principio. Los de Baraja han tenido ya actuaciones inmensas ante equipos de Champions como Sevilla y Atlético (sin contar que la Real Sociedad tiró una vez a portería en Mestalla y el Valencia jugó con diez 50 minutos). Y lo más importante, los de Baraja compiten casi siempre al mismo nivel que en Bilbao. Es decir, esto ya no es ninguna sorpresa.

Al contrario, lo sorprendente empieza a ser que no pase. No es casualidad que el Valencia, tras once jornadas, esté en la zona media alta de forma regular. Simplemente es su lugar en esta Liga. Yo comprendo que es difícil aceptar esta realidad teniendo un dueño de Tercera División y tras un mercado de cuarta categoría. Lo comprendo porque yo mismo imaginé un peor rendimiento del equipo antes del inicio de Liga. Pero, desde que empezó a rodar el balón, la realidad ha sido diferente. Quizá pequé de optimismo pronto pero hace tiempo que lo vi claro. No necesité pasar por San Mamés para reafirmar que este proyecto es muy distinto al de la pasada temporada. Los niños ya no son niños; Guerra y Diego López son jugadores de primerísima división. Baraja suple las continuas bajas con equilibrios imposibles a base de juego de bloque que suple las individualidades. Y su equipo es un feroz competidor. Ese es el Valencia de este año. Y no pinta a pelea por el descenso, ¿verdad?

Con un poquito de margen para fichar seguramente la pelea por Europa sería una realidad

Y sí, amigos, tienen razón: con un poquito de margen de Lim para fichar seguramente la pelea por Europa sería una realidad que hoy no es apropiado ni mentar porque, con una plantilla tan corta, es impensable alcanzar 38 jornadas de excelencia. Y es ahí donde vuelvo al principio: qué poco dura la alegría en la casa del pobre. Hoy llega la Copa y, entre futbolistas lesionados y descansos, van a terminar jugando el torneo más bonito del año casi los mismos jugadores que lo hicieron en Bilbao y que recibirán al Mallorca el domingo. Esta plantilla es tan corta -por culpa de su impresentable dueño- que ni siquiera puede rotar ante un equipo de Segunda Federación. Y lo que debería ser una alegría -empezar el único torneo que el Valencia puede ganar- parece un marrón que solo puede perjudicar la trayectoria liguera. Hasta ese punto nos ha llevado la desidia y la vergüenza de Meriton.

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