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Decisiones. «La vida es eso que pasa mientras estamos haciendo otros planes» decía John Lennon, alma de los Beatles que sufrió una trágica muerte ... cuando sólo había cumplido los 40 años. Seguro que no contaba con la injusticia de que la suya terminara a manos de un asesino. Tampoco entraba en los planes de nadie -ni siquiera de los responsables de la red pública sanitaria- tener que soportar una larga pandemia que, tres años después, se ha cobrado la vida de más de 10.000 valencianos en una guerra contra un enemigo invisible que se combatió con mascarillas y confinamientos; y al que nunca se ha vencido del todo pese a que ya no es tan peligroso gracias a la amplia respuesta a la vacunación. La irrupción del aquel extraño y nuevo virus destapó por completo, y puede que por sorpresa, las carencias del actual sistema sanitario -«tensionó sus costuras», como suavizaba la exconsellera Ana Barceló-, por lo que ha quedado al descubierto, si no lo estaba ya de forma tan clara, que resulta necesario un cambio de modelo.
La ideología llevada al extremo por el Gobierno del Botánico, con la demonización del sector privado o la imposición de requisitos que poco tienen que ver con la asistencia sanitaria, por ejemplo, no logró, ni de lejos, llevar a cabo esa revolución que requiere la asistencia de unos pacientes cada vez más envejecidos y con más dolencias crónicas. La incorporación de personal (más de 6.000 nuevos profesionales de distintas categorías) no fue suficiente porque médicos, enfermeros y demás especialistas seguían jugando con las mismas reglas de un sistema, quizá, algo viciado. Y los cambios impulsados por el anterior Consell no se adoptaron, en ocasiones, mirando al futuro y al largo plazo, sino al pasado y al ideario político.
Otro escenario. Si importante ha sido la pandemia para poner encima de la mesa la necesidad de un cambio de paradigma, la elección de un nuevo gobierno en la Generalitat puede suponer ese detonante imprescindible para llegar a una sanidad 2.0. Sin clichés ni dogmas, sin dejar a ningún actor importante al margen (léase los centros privados o las sociedades científicas) y poniendo de verdad en el centro de las políticas al paciente. Ya lo decía el nuevo conseller de Sanidad, Marciano Gómez, en una entrevista publicada en LAS PROVINCIAS. «Tenemos que utilizar todos los recursos sanitarios y hay que ponerlos a disposición del ciudadano, que es para lo que estamos aquí, no para marcar sectarismos ideológicos», «pero mientras yo esté aquí no va a haber ninguna decisión por motivos ideológicos, sino decisiones por motivos de eficiencia, eficacia y servicio al ciudadano». Y el paciente, lo que quiere es que le atiendan los mejores profesionales con el menor tiempo posible de espera para que su dolencia se resuelva a la mayor brevedad. Algo que puede parecer sencillo, no lo es y no acaba nunca de lograrse; de ahí que el nuevo equipo del departamento autonómico tenga grabado a fuego que reducir las esperas, especialmente las de pruebas diagnósticas, sea una prioridad. Porque, como señalaba Gómez, «al final, no se trata de si sanidad pública o privada, sino de sanidad bien gestionada o mal gestionada».
Despedida. Y al igual que le ocurre al sistema sanitario valenciano, el periodista que suscribe estas líneas también inicia una nueva etapa lejos de la que, tras más de once años, se ha convertido en su casa. Atrás ha quedado la pandemia y el sufrimiento que trajo consigo. Intentemos, entre todos, que sirva como punto de inflexión para alcanzar el sistema sanitario que se merecen los pacientes.
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