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Atención Primaria. La profesionalidad y el buen hacer de prácticamente la totalidad de la plantilla de sanitarios de la red pública valenciana está fuera ... de toda duda. Por algo son los médicos, enfermeros y demás especialistas con una de las mejores formaciones que existen. Sin embargo, el sistema de funcionar de cada escalón asistencial y, sobre todo, el tiempo y el seguimiento que los equipos sanitarios pueden hacer a cada paciente es muy distinto.
La explosión de consultas que han registrado los centros de salud en los últimos años a causa de la pandemia y de sus efectos colaterales no ha impedido que los médicos de familia y los pediatras que trabajan en Atención Primaria mantengan en la mayor parte de los casos esa proximidad y cercanía con sus pacientes, a los que conocen muchas veces sin tener, ni siquiera, que consultar su ficha. Algunos, incluso, se cruzan con su facultativo de referencia por la calle y el especialista no duda en preguntar qué tal evoluciona su dolencia y se interesa por los cambios que hayan podido experimentar. En ciertos casos, los pacientes llegan a contar hasta con el número del teléfono móvil del profesional en cuestión, que no puede esconder que su principal interés (o al menos uno de ellos) es atender lo mejor posible al cupo de población que tiene asignado. Eso significa, por ejemplo, evitarles esperas innecesarias, ponerse en su piel y mostrarse cómplice con sus problemas aunque algunos ni siquiera tengan una respuesta farmacológica.
El caso de los pediatras también es digno de mención y buscan siempre que el paso por la consulta de los más pequeños, temerosos habitualmente de agujas y aparataje que no entienden, sea lo menos traumático posible. La prueba, una de tantas, son la infinidad de dibujos infantiles que decoran las consultas y con tanto cariño han confeccionado esos pacientes que suelen sustituir el llanto por una sonrisa y una simple pegatina. Simple, pero les hace sentir merecedores del premio por su valentía y eso no tiene precio.
Urgencias. Y frente a ello, los servicios de Urgencias. Es muy posible que, para trabajar en estas unidades, los profesionales estén hechos de una pasta especial, aunque tampoco hay que olvidar que pueden completar su salario con guardias. Pese a todo ello, deben estar preparados para cualquier eventualidad. Desde minucias que suponen auténticas pérdidas de tiempo a tener que salvar la vida de un paciente en minutos. El problema, o más bien la diferencia, sea ese. Realizan esa primera atención urgente, vital en ocasiones, pero es difícil poder entablar vínculos cuando, como viene informando LAS PROVINCIAS, los hospitales valencianos atienden, de media, más de 500 urgencias al día en centros como el Clínico o La Fe. Pese a la buena predisposición y a la empatía, resulta prácticamente imposible generar vínculos más allá de alguna mirada cómplice o comprensiva.
Adiós, conseller. El titular en funciones del departamento, Miguel Mínguez, ha querido este miércoles tener un detalle con los compañeros de los medios de comunicación para despedirse de su cargo como máximo responsable de la sanidad autonómica. El que firma estas líneas, precisamente por asuntos médicos poco importantes pero ineludibles, será difícil que pueda asistir a la cita pero, desde aquí, le agradecemos el servicio prestado y le deseamos la mayor de las suertes en su próxima andadura, sea cual sea. Mínguez, aunque conseller, nunca dejó de ser médico. Y eso ha dejado huella.
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