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EDITORIAL | Democracia silenciada

Los candidatos Puig y Ribó se ponen de espaldas a los ciudadanos con su negativa a participar en los debates electorales organizados por LAS PROVINCIAS y la COPE

Redacción

Jueves, 4 de mayo 2023, 00:17

La democracia liberal no goza de buena salud. No sólo porque muchos países sufran autocracias militares o de partido o jefaturas de Estado vitalicias más propias de la Edad Media que del siglo XXI. En realidad, son más los países sometidos bajo el yugo de ... una dictadura que los que disfrutan de un sistema de libertades. Sino, sobre todo, porque las propias democracias liberales arrastran penosamente sus miserias. Y no son menores. El populismo es el más conocido de sus desafíos, el más presente. También el más peligroso. El partidismo se presenta como otro de sus desajustes. Los líderes y los representantes del pueblo soberano tienden a confundir la herramienta -su partido- con el objetivo de la política -mejorar la vida de los ciudadanos-, lo que les lleva a poner por delante el interés de las siglas al del conjunto de la población sobre la que gobiernan. El anquilosamiento de la democracia es el tercer reto que debe superar el único modelo posible de convivencia, aquel que empodera a las personas y las hace responsables de su destino. Este anquilosamiento se registra cuando los mecanismos habilitados para el diálogo y la búsqueda de consensos entre diferentes se abandonan y dejan paso a la descarnada lucha de rivales que se señalan como enemigos. Cuando los parlamentos se convierten en un ring en el que cada combatiente trata de fajarse ante el acoso del contrario para propinarle el golpe definitivo que lo derribe. O cuando se elude el debate entre candidatos a unas elecciones autonómicas y locales por cálculos estratégicos o por el temor a las consecuencias de intercambiar pareceres libremente en un formato sujeto a las reglas de ecuanimidad y reparto de tiempos que rigen este tipo de encuentros políticos.

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El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y el alcalde de Valencia, Joan Ribó, cabezas de lista del PSPV y de Compromís a las elecciones autonómicas y municipales, respectivamente, han rechazado participar en 'El debate clave' organizado conjuntamente por la Cadena COPE y el diario LAS PROVINCIAS, y al que también se ha sumado La Ocho Mediterráneo. Lo han hecho a pesar de que la invitación se cursó hace meses, a principios de año, con tiempo suficiente para cuadrar las agendas, y se reiteró hace unas semanas, por lo que en ningún caso puede alegarse la improvisación. Lo hacen, además, cuando están dispuestos a acudir no sólo al que organiza À Punt -una televisión pública- sino también al que convoca la Cadena SER, una empresa privada. Tan privada como LAS PROVINCIAS y la COPE. A pesar de lo cual no dudan en emplear este doble rasero a la hora de relacionarse con los medios de comunicación valencianos: con unos sí, con otros no. En función única y exclusivamente de su interés personal y partidista, no de unos criterios objetivos.

El riesgo del anquilosamiento de la democracia es latente. Y se refleja en el creciente alejamiento que muchos ciudadanos muestran hacia la política y sus representantes. Una deriva peligrosa, que abona el terreno en el que crecen los populismos. Negarse a debatir, rechazar el uso de la palabra para contrastar con los demás, ayuda a que el mejor sistema que ha encontrado el ser humano para vivir en paz y en libertad se degrade poco a poco y presente preocupantes signos de agotamiento. Cuando unos líderes como Puig y Ribó -también Baldoví, que se ha sumado a la negativa de estos dos- se borran de un debate, el agujero negro que amenaza nuestro sistema de convivencia sufre un grave quebranto, alimentando el descrédito de una clase política que cada día vive más de espaldas a sus ciudadanos.

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