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Está caliente el tema Javi Guerra. Bendito debate discutir de fútbol de vez en cuando en este ecosistema valencianista tan podrido desde Singapur. ¿Qué le ... pasa a Javi Guerra? ¿Por qué ha perdido la chispa y el protagonismo? ¿Por el centro o en la banda? Son las preguntas que, en muchos cafés, se habla de fútbol los lunes tras la jornada de liga. Y es difícil encontrar respuestas. Su irrupción fue tan brutal -el año pasado y a principios de este- que parecía el Bellingham del Valencia. Aquella noche del Valladolid el curso pasado o la tarde del Atlético de Madrid en Mestalla este año en la que Oblak aún le está buscando son recuerdos de lo que es. No de lo que fue. Pero es cierto que, poco a poco, su estrella se ha ido apagando. Primero jugando a menor nivel y después desapareciendo de los onces en el momento en el que Guillamón volvió a la vida. Hoy nadie discute que Guillamón-Pepelu es la pareja de mediocentros para el Pipo y la que más equilibrio da al juego del Valencia. A los resultados desde Vallecas me remito. Es cierto que, con los jóvenes, estas cosas pueden suceder y de hecho suceden muchas veces. Hay que tener calma y paciencia con ellos; vaivenes de juego propios de la edad y de la élite. Pero al chico no se le ve feliz ni suelto como antes. De mediapunta no encaja en la idea de Baraja y en banda, de momento, no aporta. Quizá no lo haga nunca por su perfil futbolístico, quizá hay que darle tiempo para aprender a jugar en una posición muy distinta a la suya. Lo único cierto es que Baraja le está intentando encontrar encaje en el sistema porque, con buen criterio, quiere que los buenos jueguen. Y a este Valencia no le sobran los buenos. Yo no le veo en banda, la verdad. Le falta ese campo abierto que tanto le ha hecho lucir con su arrancada que traspasa líneas. Lo de traspasar contrarios en banda se le da peor. Pero creo que con paciencia todo se andará. Baraja le quiere recuperar y él es un buen futbolista; teniendo talento y un buen maestro todo es más fácil.
Y, por cierto, hablando de Baraja; el Pipo cumple un año al frente del Valencia. Que cada uno le ponga la nota que considere, a sabiendas que estará entre bien y muy bien. Si esto fuera el MIR, y yo quien debiera calificar a los alumnos que quieren ejercer la medicina, probablemente cinco errores en cien preguntas restarían de forma rigurosa y matemática cinco puntos sobre cien posibles. Pero Baraja no será quien tenga que salvar mi vida ni la suya en un hospital. Tenía que salvar, y ha salvado, a un equipo de fútbol. Así que le voy a poner un diez como un castillo. Porque sus errores -algunos ha tenido como la alineación de copa y un par de cosas más- se quedan en nada al lado de lo que ha conseguido. Cogió a un equipo en rampa de descenso a segunda división sin frenos y lo salvó. Le dieron un equipo peor para la siguiente temporada y, no solo lo ha salvado, sino que está luchando por entrar en Europa. Ha recuperado el respeto por el escudo y ha unido al valencianismo. Ha revalorizado jugadores y apostado por la cantera. Y, por si fuera poco, aguanta sin explotar cada mañana al funcionario Corona y a la incompetente Layhoon. De Peter ni hablo porque ni se ha dignado a recibirle. ¿Qué le puede restar nota a este hombre? En cada profesión tenemos días mejores y días para echar a la basura. Pero se nos juzga por nuestro trabajo en general y las herramientas que tenemos para hacerlo. Y, en general, menos de una matrícula de honor sería injusto con el Pipo. Como meta ya al Valencia en Europa que le den el estetoscopio sin pasar por el examen.
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