Tener esperanza en el ser humano
La gran pregunta que nos deberíamos hacer es: ¿qué nivel de desesperanza existe hoy en el mundo? Motivos de intranquilidad no faltan
DR. RAFAEL PESET PÉREZMÉDICO
Martes, 7 de enero 2025, 23:20
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DR. RAFAEL PESET PÉREZMÉDICO
Martes, 7 de enero 2025, 23:20
A lo largo de la historia del mundo, el hombre siempre ha sobrevivido a sí mismo. Cuando parecía que todo estaba perdido, que nada tenía ... sentido y que el futuro parecía aciago y tenebroso, el ser humano siempre ha sabido superar su destino fatal y reencontrarse con esa especie de esencia divina que le hace sobreponerse y sacar lo mejor de cada uno, para enfrentarnos al caos y al infortunio. Una capacidad prodigiosa que llegamos a descubrir solo en situaciones límites de nuestra existencia.
Por ello, en los momentos difíciles y complejos que, de manera cíclica, sufren las civilizaciones, toda esa energía positiva emerge en nuestras vidas, y su fortaleza nos permite salir adelante, avanzar y ser conscientes de lo que realmente somos: seres humanos hechos y moldeados a imagen y semejanza de Dios, y esta cualidad intangible pero poderosa, nos permite sobreponernos a la adversidad y a la maldad que, en muchos momentos, nos envuelve.
La desesperanza es un sentimiento de preocupación y desaliento que irrumpe en esos avatares de la historia de la humanidad, en donde el presente se vive con peligro y el futuro se interioriza de manera incierta e insegura. La gran pregunta que nos deberíamos hacer es: ¿qué nivel de desesperanza existe hoy en el mundo? Motivos de intranquilidad no faltan cuando los analizas de forma global.
Los conflictos bélicos de carácter internacional, las tensiones geopolíticas y culturales que estamos viviendo en el mundo o los movimientos migratorios a gran escala que se están o se pueden producir, nos está creando grandes incertidumbres sobre la seguridad general de nuestro planeta. Si a ello unimos la falta de liderazgo, o lo que es peor, el liderazgo equivocado que se ejerce desde las grandes potencias mundiales, la confianza en una convivencia pacífica estable y duradera se nos escapa como el agua entre las manos.
La inestabilidad política de las naciones tampoco ayuda a generar un clima de certidumbre en el futuro. La corrupción material, y especialmente la inmaterial, esa que tiene que ver con la ética de las ideas y el pensamiento, la adulteración de las instituciones democráticas revestidas de una máscara de credulidad fingida, o la indefinición cada vez más acusada para poder distinguir en la sociedad lo que simboliza, por una parte, la libertad, la justicia o la verdad y, por otra, la tiranía, la opresión y la mentira, son situaciones que encontramos difuminadas en nuestro microcosmos, y que causan, también, motivos de desaliento en los ciudadanos.
La experiencia que ha sufrido la sociedad en su conjunto con la última pandemia, nos ha abierto los ojos ante una amenaza real que afecta a la salud, que no distingue ni credos, ni razas, ni culturas y que no respeta fronteras ni frontispicios. Toda esta experiencia vital, combinada con la brecha social que suponen los nichos de pobreza, la falta de oportunidades, el deterioro progresivo del medio ambiente y su impacto directo sobre el hombre, sin duda alguna, están influyendo de manera negativa en los diferentes escenarios de nuestro futuro más inmediato.
Hoy al ciudadano, le cuesta distinguir entre los habitantes libres de la tierra media y Sauron con sus fuerzas oscuras, entre los Sith y los Yedis, entre Harry Potter y Voldemort. La posverdad lo está cambiando todo.
Sin embargo, pese a todo este fatalismo, la historia nos demuestra la fuerza y el potencial que tiene el ser humano para buscar nuevas soluciones a los problemas, y de esta manera, mantener la esperanza y desplegar todo nuestro potencial y capacidad para asumir los desafíos que en cada momento se plantean, superando los obstáculos que hoy vemos como insalvables.
Y si bien, hay motivos para la desesperanza, creer en el ser humano y sus capacidades para desarrollar el bien, y reconocer el potencial del hombre para imponerse y doblegar los miedos que nos acechan, es una realidad a la que debemos enfrentarnos desde la confianza y la seguridad de que una nueva política se impondrá, corrigiendo los conflictos que hoy nos causan preocupación y transformando la sociedad en otra mejor, con mayor nivel de bienestar.
No sabemos cuándo ni cómo se producirá esta catarsis de regeneración social y política global, pero tenemos que tener la convicción de que las nuevas generaciones serán protagonistas de ello.
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