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Carles Puigdemont. EFE
EDITORIAL | Puigdemont pasa factura
Opinión

EDITORIAL | Puigdemont pasa factura

El ex president quiere cobrar al PSOE los favores prestados y plantea una opción imposible de aceptar para los socialistas

Editorial

Valencia

Lunes, 13 de mayo 2024, 18:05

Las elecciones catalanas dejaron un vencedor incontestable -el PSC de Salvador Illa-, un fenómeno tocado y a la baja -el independentismo-, un gran damnificado -Esquerra Republicana- y un partido al alza -el PP de Alejandro Fernández-. Y con todo ello, un único escenario posible de gobernabilidad, el pacto entre socialistas, republicanos y comunes. Si tal cosa -la gobernabilidad de dicha autonomía- es posible cuando un partido constitucional se asocia, o lo intenta, con uno rupturista. Todo estaría claro y a la espera de lo que hagan los de Aragonés -la primera víctima de los comicios del domingo- si no fuera por un actor invitado que gracias a las concesiones de Pedro Sánchez -pagadas con sus siete escaños en el Congreso-está dispuesto a jugar un papel principal. Carles Puigdemont es el elemento que rompe cualquier previsión y que hace que en estos momentos no se pueda asegurar ni que Illa vaya a ser president ni que el propio Sánchez pueda continuar mucho tiempo en la Moncloa. El fugado de la Justicia quiere jugar fuerte sus cartas y ya ha anunciado que piensa presentarse a la investidura, con el objetivo de lograr el voto de los secesionistas y de obligar al PSC a abstenerse con el fin de facilitar su camino hasta el palau de la Generalitat. Lo cual, parece obvio señalarlo, sería un suicidio político para los socialistas. Lo que puede ocurrir en caso de que Illa y los suyos no entren al trapo, sólo Puigdemont lo sabe. Al ex president no le importa el efecto que puede tener esta inestabilidad en el inmediato futuro de Cataluña. Mucho menos en el de España. Antes al contrario, su estrategia se basa en fomentar un caos que vuelva a excitar los alicaídos ánimos soberanistas. No oculta sus cartas, las enseña a todo el que las quiera ver. El problema es que a pesar de contemplar su juego tramposo, el PSOE de Sánchez se echó en sus brazos para alcanzar el Gobierno, alimentando una bestia que ahora amenaza con volverse en su contra. La victoria de Illa puede verse ensombrecida por las maniobras alentadas por un Puigdemont que tras los resultados del domingo ve alejarse sus opciones de regresar como president. En esas circunstancias, el enemigo herido se vuelve aún más peligroso, totalmente imprevisible e incontrolable. Aunque en realidad, no hace más que presentar la factura por los favores prestados. El principal de todos, ayudar a Sánchez a alcanzar la presidencia del Gobierno de un país que Puigdemont quiere fragmentar.

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