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Les Corts, en una imagen de archivo a principios de mes. Irene Marsilla
Llegar a acuerdos es posible
Opinión

Llegar a acuerdos es posible

Los diputados de Les Corts, incapaces de pactar la financiación autonómica, votan conjuntamente para cobrar un 'paro' al cesar

Editorial

Valencia

Miércoles, 23 de octubre 2024, 08:22

No atraviesa la política española su mejor momento en cuanto a la opinión que merece a los ciudadanos. El permanente estado de enfrentamiento entre los representantes de los distintos partidos provoca el cansancio y hasta el hastío en amplias capas de la población. En las ... distintas sedes parlamentarias, las formaciones se muestran incapaces de llegar a acuerdos en asuntos que podríamos calificar de Estado. Y que van desde las leyes de educación hasta las relaciones internacionales. O en clave valenciana, la necesidad de un nuevo modelo de reparto de fondos que acabe con la infrafinanciación que sufre la Comunitat. Para desbloquear la composición del Consejo General del Poder Judicial se necesitaron cinco años de provisionalidad del anterior organismo. Y ayer mismo se ha conocido la maniobra del Gobierno para poder nombrar un consejo de RTVE sin la mayoría de dos tercios del Congreso, o, lo que es lo mismo, sin tener que sentarse a negociar con la oposición y valiéndose únicamente de los votos de los socios de investidura. Demasiadas pruebas de la nula disposición hacia el diálogo constructivo al que están llamados todos. Sin embargo, estas desavenencias, incluso las descalificaciones globales hacia un determinado grupo, desaparecen como por arte de magia cuando de lo que se trata es de hablar de un asunto que interesa únicamente a los diputados. Como es ahora esa especie de 'paro' a la carta que se han organizado los parlamentarios de Les Corts. Que en un tiempo récord ha logrado el consenso de las formaciones con representación en la Cámara autonómica. Este periódico ha defendido, y seguirá haciéndolo, la necesidad de que los políticos estén bien pagados. Tanto los que ejercen labores de oposición como los que gestionan los gobiernos. Una necesidad que aleja cualquier tentación populista de rebajar sueldos, una táctica perniciosa que impide que los profesionales más brillantes piensen siquiera en dedicarse a la función pública. Pero la fijación de unos salarios acordes a la alta responsabilidad que desempeñan está reñida con estas prácticas de querer colar por la puerta de atrás, y hasta con cierta nocturnidad, una reforma destinada a asegurarse un sustento una vez termine la legislatura para la que fueron elegidos. No va a mejorar precisamente su reputación entre la ciudadanía saber que esta vez, en este asunto particular que afecta a su bolsillo, sí que son capaces de pactar.

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