Mestalla no es racista

El estadio de Mestalla vivió el día después de su centenario uno de los espectáculos más lamentables en su larga historia. Los insultos racistas que un grupo de aficionados dirigió al delantero del Real Madrid Vinícius marcaron un encuentro plagado de incidentes y cuyas imágenes ... han dado la vuelta al mundo. Llegando hasta la reunión del G-7, donde el presidente brasileño, Lula da Silva, se solidarizó con el futbolista de su país. La Fiscalía ya ha anunciado que abre una investigación para determinar los responsables de las vejaciones, mientras el Real Madrid ha presentado una denuncia y el Valencia ha iniciado las acciones para identificar y expulsar a los aficionados que llamaron «negro» y «mono», entre otros improperios, a Vinícius. La condena por estos actos debe ser contundente, sin matices. El fútbol no puede ser un territorio salvaje en el que las leyes, las costumbres y, sobre todo, los derechos fundamentales y las libertades públicas no se cumplan. No hay excepciones posibles. La afición al club y la presión que la grada ejerce sobre el conjunto rival jamás debe degenerar en un ambiente de crispación y de hostilidad que acabe confundiendo un terreno deportivo con un campo de batalla.