El calendario parlamentario marca en otoño el inicio de la tramitación de los Presupuestos de una administración para el año siguiente, con lo que ... la aprobación suele producirse antes de Navidades. En la Comunitat Valenciana, la excepcionalidad que se vive tras la dana del 29 de octubre ha modificado cualquier previsión y ha retrasado un proyecto de ley que puede ser considerado el más importante de los que tiene que presentar y ejecutar un gobierno.
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El anuncio del presidente Mazón del acuerdo al que el PP habría llegado con Vox para sacar adelante las cuentas autonómicas y comenzar a debatirlas en Les Corts desbloquea una situación totalmente inconveniente para los intereses ciudadanos. Porque si la herramienta contable por la que se reparten los ingresos y los gastos públicos es siempre necesaria para el buen funcionamiento de las instituciones, en el caso valenciano, y tras el desastre que provocaron las inundaciones, es perentorio contar con unos Presupuestos actualizados y centrados en la reconstrucción.
Es cierto que siempre cabe el recurso a prorrogar los del año anterior, como está haciendo el Gobierno de Pedro Sánchez ante su debilidad parlamentaria y su incapacidad para llegar a un acuerdo con sus socios de investidura. Pero esta posibilidad no deja de ser un mal menor que obliga a hacer uso de lo que se ha dado en llamar la ingeniería financiera para que el gobernante pueda cumplir los compromisos adquiridos y atender los objetivos prioritarios.
La incertidumbre que rodea a la figura de Carlos Mazón por su gestión de la dana y por el reciente auto de la jueza de Catarroja que señala la responsabilidad de la Generalitat al no haber avisado antes a los ciudadanos en el día de la tragedia no pueden ser un obstáculo para el normal funcionamiento de las instituciones. En este caso, para que la Comunitat Valenciana cuente con unos Presupuestos que deben tener como meta principal la ayuda a los damnificados y la recuperación económica, social y ecológica de las zonas dañadas.
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Las especulaciones sobre el futuro inmediato del jefe del Consell y líder del PPCV no parece que vayan a cesar, por lo que la parálisis administrativa y política hasta ver lo que ocurre no es una opción. Los guiños de Mazón a la formación de Abascal en materia de inmigración hay que entenderlos -que no aplaudirlos- desde esa posición de inestabilidad tanto en clave interna -dentro de su propio partido- como externa.
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