Hay pocos periódicos en el mundo que puedan presumir de contar con un manifiesto fundacional. LAS PROVINCIAS es uno de ellos. Un texto que es ... una declaración de intenciones sobre los propósitos que guiaban a los dos hombres -José Domenech y Teodoro Llorente- que en 1866 fundaron el diario decano de la Comunitat Valenciana, la segunda cabecera más antigua de las que se editan en España, sólo superada por El Norte de Castilla. En aquellas páginas ya se reflejaban algunas de las inquietudes que hoy, más de un siglo y medio después, continúan protagonizando los debates valencianos. Desde la desafección del Gobierno hacia los asuntos de esta tierra hasta el distanciamiento entre la clase política y la ciudadanía. Por eso, este diario puede seguir manteniendo en su mancheta algunas de las frases más significativas del Manifiesto: «Venimos a ser la voz de los que callan. Venimos a ser, en lo que nuestras fuerzas permitan, la voz del país que quiere ser justa, prudente y económicamente gobernado». Afirmaciones que ahora, si cabe, resuenan aún con más ímpetu, cuando ya han transcurrido casi tres meses desde la peor desgracia natural que ha sufrido Valencia en décadas -la dana que asoló media provincia- y mientras los dirigentes se dedican a echarse las culpas y a intercambiar acusaciones, los afectados siguen esperando unas ayudas que se retrasan y unas inversiones que no acaban de concretarse. Y es que, como arrancaba el manifiesto, «España padece plétora de política». Algo en lo que coinciden amplios sectores de la población, aunque sus representantes no parecen darse por aludidos.
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Al iniciar los actos por el 160 aniversario de LAS PROVINCIAS, que culminarán el 31 de enero de 2026, el diario viene a consolidar su espíritu fundacional, el de servir a los intereses de Valencia y convertirse en la voz de unos ciudadanos que, a menudo, se sienten desprotegidos y olvidados, como lamentablemente ocurrió durante los primeros días tras las terribles inundaciones. Los tiempos son otros y la forma de comunicarse y de informarse se ha transformado por completo. El periódico que inició su andadura en 1866 ha vivido y padecido guerras civiles, dos repúblicas, dos dictaduras, la Transición democrática y el autogobierno valenciano. En sus páginas, por las que han pasado centenares de firmas, se ha dado cuenta de catástrofes y de logros inimaginables, como la llegada del hombre a la Luna. En el último año, la crónica más amarga ha ensombrecido las buenas noticias. El incendio de Campanar y la mortífera riada han hecho de Valencia el indeseado actor principal de un año, 2024, que los valencianos preferirían olvidar. Cambian los tiempos y lo hacen los soportes para conocer de primera mano lo que sucede. De aquel periódico en formato sábana se pasó a tamaños más manejables que, al mismo tiempo, fueron creciendo en paginación. Y con internet llegó la revolución de las pantallas, primero la del ordenador, luego la del teléfono móvil. Hoy, al segundo, el lector puede conocer con todo detalle cualquier noticia que le interese. La inmediatez que reclama la sociedad la proporcionan muchos medios. Pero el necesario rigor, la calidad y la profesionalidad, sólo pueden servirla empresas de reconocido prestigio, con una trayectoria intachable en la que hitos como la salvación de la Dehesa de El Saler y el viejo cauce del Turia o campañas como las de 'Valencia es mucho más' y la más reciente destinada a recuperar el parque natural de la Albufera vienen a demostrar que la vocación de servicio puede dar sus frutos. La Valencia actual tiene poco que ver con la de hace 160 años pero la una y la otra necesitan un periódico que las represente.
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