
Dos señores conversan
EDUARDO BENLLOCH GARCÍA
Lunes, 5 de mayo 2025, 23:54
Secciones
Servicios
Destacamos
EDUARDO BENLLOCH GARCÍA
Lunes, 5 de mayo 2025, 23:54
Repasemos el escenario. Dos señores, importantes, se encuentran por casualidad en un pasillo del Vaticano, impresionante lugar, se saludan, les ofrecen unas sillas y se ... sientan a conversar. Uno, el de menor tamaño, sentado y apoyado en los brazos del sillón, habla con un rostro serio y un tanto compungido. El otro señor escucha con atención, ligeramente inclinado hacia delante aproximándose a su interlocutor y con los pies no completamente apoyados en el suelo.
Hasta aquí la foto fija que todos pudimos ver a través de los medios televisivos. Unos momentos antes se saludan, ambos, con otros importantes señores. Al parecer, podría ser que los invitaran a unirse a la conversación, y alguien arrima una tercera silla. Con toda probabilidad estos señores declinan el ofrecimiento y desaparecen de la escena tras los breves y corteses saludos. Retiran la tercera silla a un rincón del magnífico pasillo donde se producen los hechos.
Allí quedan los dos señores importantes y conversan, uno severamente afectado, el otro expectante y con signos de interés ¿qué se dicen? No es fácil de saber, pero casi seguro que el tema sí es previsible, aunque sus puntos de vista, iniciales, debieron ser muy distintos. Uno gravemente afectado por una guerra, injusta como todas las guerras, explicando su punto de vista de agredido, ofendido y gravemente perjudicado que se ha visto obligado a defenderse, una vez más, de ataques de un tercero, no presente, que pretende la conquista y anexión por la fuerza de parte - o la totalidad- de su país. El otro, aparentemente un mero mediador entre las partes en conflicto, con interés de acabar con ese conflicto que no le afecta directamente, ni a él ni a su país, y que tiene un claro y declarado interés de obtener prebendas económicas (explotaciones mineras, reconstrucción del país devastado, posición internacional...) y reputacionales si consigue una paralización del conflicto, o aún mejor si consigue una mínima solución por insatisfactoria que sea.
Dos señores conversan durante quince minutos. Un cuarto de hora que puede tener importante significado mundial. ¿Cómo se puede explicar eso? Esas breves palabras, aunque no fueran improvisadas sino perfectamente preparadas, incluso en el tono al pronunciarlas, ¿pueden tener más impacto que largas conversaciones entre delegaciones de países? ¿Qué diferencia hay? ¿Es posible que dos señores conversando en un pasillo tengan más peso que las opiniones y declaraciones ampliamente estudiadas y sopesadas con anterioridad de importantes expertos? Si estos dos señores que conversan obtienen algún fruto de ese breve encuentro, todo el mundo debería replantearse muchas cosas porque si, al parecer, dos paladines luchando verbalmente podrían resolver o diluir una guerra ¿por qué habrían de estar muriendo miles de personas en vez de conversar unas pocas? Hemos retrocedido siglos y estamos igual que en la guerra de Troya, un conflicto entre personas con poder y ambición que acabó en grave tragedia. ¿Vamos a acabar los europeos en grave tragedia?
Dos señores conversan, aunque el título lo sugiera, no tiene nada que ver con el 'Dos señoras conversan' de Alfredo Bryce Echenique en el que dos ancianas se cuentan historias, interesantes, de su juventud mientras se toman una copa de vino. O sí. Quién sabe si hablaron de guerra o de sus guerras juveniles estos dos señores que conversan. Esta última posibilidad parece descartable dadas las diferencias de edad observables en los interlocutores.
Sea como sea, lo más probable es que en una conversación de apenas quince minutos se tomaron, o se pudieron tomar, posiciones o decisiones que nos afectan con cierta posibilidad a todos los europeos y, si mucho me apuran, al mundo entero que puede cambiar gracias, o debido, a su contenido. Cambios para bien o para mal a los que tendríamos derecho a conocer en toda su extensión, y veracidad, todos los posibles afectados. O, sea todos. Cualquier actitud de «dos señores conversan» debería ser con luz y taquígrafos (o luces, cámaras y micrófonos).
Esto último también sirve para las muchas ocasiones en nuestro país en las que «dos señores conversan» sobre temas que a todos afectan -verbigracia la unidad de España- y que, auguran graves consecuencias para los españoles son, y seguirán siendo, absolutamente opacas para la opinión pública. ¿Se acuerdan ustedes de alguna ocasión reciente así en nuestro país? A puñados, diría yo.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Favoritos de los suscriptores
Destacados
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.