Puede que haya razones técnicas. Puede que haya razones económicas. Puede que haya argumentos políticos, o conveniencias urbanísticas, o aún -si acaso- algún tipo de ' ... necesidad'. Pero... ninguna de todas, buenas o malas, interesadas o desinteresadas, justas o injustas, necesarias o innecesarias, serán suficientes para convencernos a los que hemos vivido durante tantos años en y, en muchos casos gracias a él, de que se tenga que derribar en su totalidad.
Y eso es lo que está pasando, ya, ahora, delante de nuestros ojos que no pueden apenas dar crédito a que 'nuestro' Hospital esté siendo demolido. Verlo es ver caer un icono de la medicina valenciana, el centro de trabajo de un gran número de profesionales, el centro donde se formaron centenares de especialistas, un lugar que se levantó arquitectónicamente en unas fechas determinadas, pero que fue en realidad formándose, y reformándose, con aportaciones nuevas día a día, de tan numerosos trabajadores. Desde el primer celador que atendía y ayudaba a los pacientes en la puerta de Urgencias del Hospital, hasta el director del Centro, ¡cuántos han contribuido a que el Hospital se mantuviese y progresara! Pónganse los años que fue referente de la sanidad valenciana, multiplíquese por las horas de los días en que estuvo en plena actividad, y por el número de trabajadores que estuvimos en el Centro y se tendrá una ligera idea del esfuerzo que supone que un Hospital funcione todos los días y modificando constantemente sus protocolos para obtener cada vez mejores resultados.
Y cuántos miles de pacientes fueron atendidos en él. Unos, quiero creer que la mayoría, se recuperaron, otros consiguieron alivio a sus dolencias y algunos no consiguieron sobrevivir y están en la memoria de sus deudos y, también, en la de no pocos sanitarios. Una infinidad de recuerdos enmarcados en aquellas vetustas paredes.
Todo era parte de la Sanidad valenciana, pero en esencia simbolizado por un edificio, que también sufría modificaciones y, cómo no, envejecimiento. No mantenerlo ahora es, de alguna manera, renunciar a una parte de nuestra historia. Podría cambiar su dedicación, pero hacerlo desaparecer no nos puede dejar indiferentes ni a los trabajadores ni a los pacientes.
El Hospital se inauguró oficialmente en febrero de 1969, aunque abrió sus puertas e inició su andadura sanitaria el 10 de noviembre anterior, casi tres meses antes, y no se terminó realmente hasta el mes de abril de 1971 en que se inauguraron los centro maternal e infantil y recibió oficialmente el pomposo nombre de 'Ciudad Sanitaria La Fe' y más tarde 'Hospital Universitario y Politécnico La Fe', nombre que aún conserva en la actualidad (y en su nueva ubicación). Posiblemente uno de los males originales de aquel Hospital incipiente fue el empeño (¿político?) de ponerlo en funcionamiento en un año. Aquella precipitación pudo sembrar alguna de las causas por las que llegamos a este desenlace.
Fueron alrededor de 15.000 días (más de 360.000 horas) los que se mantuvo nuestro Hospital en actividad plena, en los que pasó de ser un Hospital 'moderno' de 1968 al Hospital puntero de 2010, en que el nuevo tomó el relevo.
Los que tuvimos el privilegio de conocer los dos pudimos comprobar que pasar de vertical a horizontal, o de pabellones separados a integrados, no era indiferente. Algo sustancial cambiaba, aunque el espíritu se mantuviera y la exigencia de mejora y crecimiento científico fuera a más, imparable el impulso hacia la excelencia. Así había sido desde el principio del viejo Hospital La Fe, ahora en desahucio y derribo. Ni cambió ni deberá cambiar en el futuro.
A los que lo vivimos intensamente -no había otra manera de vivirlo, lo otro era estar simplemente- nos duele la pérdida simbólica. ¿De verdad no podía conservarse de alguna manera? Estoy convencido de que a alguien, de los que ha firmado la conformidad oficial de su demolición, le ha debido temblar la mano al hacerlo.
Los que fuimos pioneros, ahora senior, nos queda honrar su memoria y la de todos los que lo hicieron posible, y tratar de conseguir que su huella perdure ensalzando sus valores. ¡Que no quede todo en una placa que rememore que en aquel lugar hubo un Hospital, que fue la semilla de lo que el actual es, por méritos de tantos que pusieron los pilares del que fue! Al menos por nosotros que no sea.
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