Secciones
Servicios
Destacamos
En apenas una semana, Ucrania se ha convertido en un foco borroso en el mapa de las noticias. Tras año y medio de guerra frente ... a la invasión rusa, el mundo mira en otra dirección. El ataque de Hamás ha despojado a Ucrania de su lugar preferente en los medios de comunicación, un activo esencial en tiempos de guerra para mantener el apoyo de la opinión pública. También en las redes sociales, donde la polarización es extrema y la propaganda y la desinformación circulan sin control. El desplazamiento de la atención que tanto teme Zelensky ha puesto en el mapa a Egipto, Irán, Jordania. A Francia y a los centros de decisión a nivel mundial. Pero, sobre todo, a las víctimas, aunque no a todas por igual.
El 7 de octubre, de madrugada, la masacre perpetrada por Hamás deja más de mil víctimas en frontera de Israel con Gaza y origina un terremoto informativo, con el foco en Israel. El ejército israelí, enfrentado en redes a Hamás desde hace una década, publica ese mismo día, a las 5:31, el primer tuit tras el ataque, marcando el inicio de la batalla de la información: «Suenan las sirenas en el centro de Israel». El cuerpo roto de una joven, medio desnudo, cargado como un fardo en una camioneta, no se sabe si viva o muerta, se apodera de la pantalla. Los familiares tratan de identificarla. Lo consiguen gracias a un pequeño tatuaje. Terror en el kibutz: unas botas, la sombra de una ametralladora. Las imágenes captadas en vídeos y cámaras de seguridad hablan por sí solas. Pese a las evidencias, la propaganda se pone en marcha para deslegitimar a las víctimas y reinterpretar el ataque. Por una parte, negando los hechos o justificándolos. Por otra, cuestionando el estatus de civiles de las víctimas. Niños soldados, afirman, todos combatientes. La joven que bailaba en el festival por la paz. Los niños, sucios de lágrimas y miedo, ¿soldados? Las víctimas, asesinadas, se convierten en fallecidos en una operación semántica fácil de reproducir y diseminar a escala en las redes por los simpatizantes de Hamás. No hay asesinatos, no hay asesinos. Una información sin confirmar sobre cadáveres de niños en el ataque a los kibutz, que apunta a la brutalidad de Hamás, desvía la conversación hacia la desinformación. Los niños, algunos e los cuales perecieron calcinados, pasan a segundo plano, doblemente victimizados. Como si tuvieran bandera, en lugar de inocencia. No son menos que otros, ni su sufrimiento lo compensa. La vulnerabilidad de los civiles en los conflictos armados, también en suelo europeo, requiere compromiso y condena de todos los ataques. No se avanzará de otra manera.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Una moto de competición 'made in UC'
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.