La Falla militar, una joya de la fiesta
Un vídeo de 48 segundos ha generado en TikTok decenas de comentarios, más de cien mil visitas y siete mil 'me gusta'. Algunos usuarios comparten ... recuerdos en primera persona: «Es un gran acto, tuve la suerte de verlo cuando fui fallera mayor de mi falla. Gracias Valencia por lo que me has dado», «Uno de los más hermosos actos de nuestra fiesta fallera, viva España, vixca Valencia!», «En ese patio ensayaba yo con la banda del cuerpo de maniobras de Valencia» o el dato: «El primer año que se hizo esto fue en 1989, y me pilló haciendo la mili en ese cuartel». Y es que la Falla de las Fuerzas Armadas y Guardia Civil, un reconocimiento a la fiesta fallera, es un acto impresionante.
Hablaban con entusiasmo de la Falla militar y de la organización, según ellos muy compleja. ¿Complejo un acto fallero para la comunidad militar? Lo sé, pero, ¿qué hubieran pensado ustedes? Pedro se reía el miércoles: «En el mundo fallero, Elvira, las invitaciones son muy buscadas». Es muy difícil -me explica- acomodar a los representantes de todas las comisiones falleras, que son más de trescientas, que desean asistir. Cuando por fin pude acudir, poco antes de la pandemia, quedé impactada. El homenaje al mundo fallero se celebra anualmente, desde hace 36 años, en el patio de armas del Acuartelamiento San Juan de Ribera, un complejo militar construido a finales del siglo XIX. Lo presiden la fallera mayor y la fallera mayor infantil de Valencia: la Falla militar es la primera que se planta y la primera que arde.
Este año son Berta y Lucía, de verde y rojo, quienes avanzan en comitiva por el Paseo de la Alameda, junto a su Corte de Honor, en coches tirados por caballos. Muchos apuran junto a la verja por verlas, a riesgo de llegar tarde. Ya suena al fondo 'Valencia', de José Padilla, interpretado por la Banda y Música del Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad (CGTAD). El acto, formal y ceremonioso, es impecable: más que organizado, está minutado. Una explosión de valencianía que hermana al ejército, en palabras del teniente general Sáez Rocandio, con la sociedad valenciana. El general recuerda a las víctimas, objeto de homenaje y memoria a lo largo del acto: en la entrega de la bandera nacional a profesores y alumnos de Paiporta, en el concurso de carteles, en el emocionante homenaje a los caídos, y cómo no, la propia falla, que es un canto «a los héroes de la dana». Mientras preparan la traca final, los presidentes infantiles intercambian insignias en el patio. El monumento, que merecía ser indultado, se convierte en cenizas al caer el sol. Para renovarse y volver a empezar.
El acto, formal y ceremonioso, es impecable: más que organizado, está minutado
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