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Si los británicos brillan en asuntos de protocolo, nadie supera a los estadounidenses cuando se trata de poner en escena un despliegue de seguridad. La ... imagen más espectacular de la semana ha sido -con permiso de Trump- la de Jack Teixeira, un joven de 21 años que desfilaba ante las cámaras, con un short rojo, en el momento de su detención por el FBI. El delito del joven Jack es grave: compartir en redes sociales documentos secretos del Pentágono con información sensible sobre la guerra de Ucrania.
Hay quien se pregunta cómo una persona tan joven puede tener acceso a documentos secretos. ¿Es la edad un factor determinante? El autor de una de las más importantes filtraciones del siglo pasado (los Papeles del Pentágono, sobre la guerra de Vietnam) cometió el mismo delito cerca de los 40. El talludito Ellsberg contaba, además, con un doctorado en Economía por la Universidad de Harvard y experiencia como analista para el Pentágono y la Corporación Rand. Un mirlo blanco. Otro conocido wistleblower, Mark Felt, alias 'garganta profunda', tenía casi sesenta cuando dejaba migas de pan en un garaje para ayudar al periodista Bob Woodward a destapar el escándalo que terminó con Nixon.
A los veinte años, cualquiera puede leer y comprender las etiquetas que lleva el material secreto filtrado. Tampoco es descabellado suponer que, a esa edad, una charla de formación previa al acceso a documentos clasificados, en la que se explica cómo proceder (y especialmente qué no hacer), así como las consecuencias, no es especialmente difícil de digerir. Más que la edad en sí, importa la generación.
Daniel Ellsberg actuó con deliberación: quería influir en la opinión pública al denunciar que el propio gobierno estadounidense no confiaba en poder ganar la guerra; en las memorias del mítico presentador de televisión Walter Cronkite hay unas páginas bastante graciosas sobre el episodio. El joven Jack buscaba simplemente llamar la atención en un chat de aficionados a un videojuego. En el canal, la aparición de los papeles filtrados fue recibida con el mismo interés que la del propio Jack, que tuvo que esforzarse bastante para hacer ver a sus colegas que estaban siendo inundados de información secreta.
Jack pertenece a la generación Z, una generación tecnológica que vive pegada al móvil desde la adolescencia y que, según Cal Newport, creador de un método para reducir la dependencia de Internet, tiene una gran necesidad de aceptación social en las redes. Quizá los jóvenes con acceso a material clasificado necesiten hoy hacer un curso de 'minimalismo digital' -o, al menos, leer a Newport-.
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