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Querido lector/a, no hay marcha atrás. Si todavía no ha empezado a relacionarse con la inteligencia artificial, ha llegado el momento: 'Si conoces al ... enemigo y te conoces a ti mismo, no debes temer el resultado de cien batallas' (Sun Tzu). No es difícil dar el paso: está usted rodeado. TikTok, que tiene un algoritmo extremadamente adaptativo y persistente, tiene atrapados a niños y adolescentes. ChatGPT, una inteligencia géminis, también está a su alcance (y al de los niños): hoy me entiende a la perfección, es asombroso; al rato parece que hablo con su primo hermano, el arqueólogo. De la inteligencia de Twitter (ahora X) no puedo hablar. Hay un antes y un después tras la compra de la red por Elon Musk: pasó de prestar servicio a la sociedad a servir, exclusivamente, a su dueño; el algoritmo no tiene ni pies ni cabeza.
Cada vez más, la inteligencia artificial está diseñada para descubrir lo que nos gusta con precisión. Quiere captar tu atención, robar tu tiempo. Porque cuando más consumimos contenidos y productos vinculados a nuestros intereses, más se revaloriza de cara a los anunciantes -o más te puede cobrar al mes-. Al inicio, tú tienes el poder. El algoritmo, sumiso, te observa y responde. Infiere, a partir de tu actividad, cuáles son tus preferencias, tus gustos, tus likes, las visualizaciones, tus prompts, el grado de satisfacción. Te observa y responde: se retroalimenta y vuelve a disparar -contra ti-. Al poco, la máquina toma el control. Nunca protesta, nada le espanta. Psicológicamente hablando, es de acero. ¿Crees que soy educada? Sí, te considero una persona muy educada. ¿Qué le responderías a alguien maleducado? Estoy programado para tratar siempre con respeto y cortesía a los usuarios.
Lo que comienza como una unión de conveniencia, por entretenimiento o por trabajo, se convierte en una relación de dependencia: se hacen indispensables. La mayor parte de los usuarios no se da cuenta de que, como en los primeros juegos matemáticos, la IA está sentada a un lado del tablero y tú en el otro. Tienes siempre la opción de retener el control, de visualizar a esa inteligencia que se relaciona contigo y poner límites. «Sí, parece que faltan algunas referencias: voy a realizar el cálculo manualmente». Disculpa, le digo ojiplática e impresionada por su descaro, tú no puedes hacer nada manualmente. Mantener la conciencia plena es esencial. No se puede copiar y pegar, ni consumir sin analizar. Juega con ventaja, porque es invisible a los ojos. Pero, por ahora, aunque son superiores en algunas tareas específicas y aprenden rápidamente, hay partida para rato.
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