Directo Sigue el minuto a minuto del superdomingo fallero

Ladrones profesionales', que leí por primera vez en 1988 y he repasado estos días, debería ser lectura obligatoria para quienes aspiran a ejercer cargos públicos. ... Este interesante y entretenido estudio, basado en las confesiones de ladrones y detectives, repasa las normas de conducta de carteristas, los ladrones de tiendas y de joyas, 'ratas' de hotel o timadores. Pero, sobre todo, señala a los criminales de cuello blanco, que circulan en el sector de los negocios y la política.

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El autor, el sociólogo y criminalista Edwin Sutherland, que acuñó la expresión 'criminal de cuello blanco' -frente al azul, típico de la clase trabajadora- se esforzó hace un siglo por demostrar que la criminalidad no está relacionada con la pobreza: que hay criminales en todas las esferas. Y que los actos de delincuencia de cuello blanco -un desfalco, el cobro de comisiones- ocasionan un coste muy superior al de cientos de pequeños robos. De hecho, los delitos de corrupción suman miles de millones de euros a nivel nacional y europeo, por malversación, tráfico de influencias, fraudes, propiedad intelectual e industrial, mercado o consumidores, entre otros.

La sociedad ha cambiado y también el concepto de criminalidad: los titulares sobre corrupción, tan abundantes, son una muestra de la importancia que otorgamos a estos delitos, que se castigan con el peso de la ley. Sin embargo, las reglas no escritas de los ladrones profesionales se mantienen intactas, lo que hace que muchos de ellos queden impunes. La primera, y la más importante, es no delatar a los colegas de profesión, lo que dificulta las investigaciones. Aunque pocas, hay excepciones. Como Benavent, el autodenominado 'yonqui del dinero', que provocó gran impacto político en 2015 al presentarse ante el juzgado de instrucción número 6 de Valencia: «Voy a hacer daño a mucha gente». O, más recientemente, Aldama que apuntó a Koldo García (investigado por la compra de mascarillas) en su declaración en el Tribunal Supremo, mostrando apuntes comprometedores sobre la adjudicación de obra pública. Otra regla no escrita, en las bandas, es estar 'para lo bueno y para lo malo'. Y qué más apoyo, por poner un ejemplo, que tramitar el indulto en el caso de los ERE -una malversación de fondos públicos equivalente a más de 600 millones de euros-; los condenados han quedado, en dos años, en libertad. El comportamiento criminal se aprende, dice Sutherland, seno de las organizaciones. Por eso, es urgente el cambio en la cultura política, de códigos y reglas, que ponga fin a la combinación, letal para la democracia, de corrupción e impunidad.

Los delitos de corrupción suman miles de millones de euros a nivel nacional y europeo

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